Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Derechos y desamparo

En la República Dominicana se está produciendo un fenómeno socio-jurídico que debe ser estudiado con criterios científicos por los juristas nacionales y extranjeros. Y ojalá se animen a emprender esa tarea los especialistas de otras disciplinas del saber, como los sociólogos, historiadores, psicólogos, etc. La naturaleza y características de esa anormalidad son tan especiales que podrían desbordar las pasiones de los analistas más serenos y ponderados. Parecen simples, pero son tan complejas como la ley de la gravitación universal de Isaac Newton, ola teoría de la relatividad de Albert Einstein, olos vericuetos insalvables todavía de la física cuántica.

La Constitución que tenemos es la responsable de haber generado las condiciones para que hoy estemos frente a esa rareza. Ella hace que cada uno de los miembros de la población sea titular de todos los derechos humanos y que disponga de un catálogo de derechos fundamentales explícitos e implícitos que posee vocación infinita. Y esas expectativas las acompaña de un abanico espléndido de garantías judiciales que despiertan la envidia de las naciones desarrolladas. Sin embargo, los dominicanos y extranjeros que viven en esta tierra de Duarte, Luperón y Caamaño se sienten desamparados. Viven comidos por la sensación de la inseguridad permanente, del abandono y de la paranoia.

Ciertamente, así es. Parece que sobran las causas objetivas y subjetivas para que vivamos con el alma en vilo. No solo por la inseguridad ciudadana, por la violencia callejera y la delincuencia sin freno y de todo género que nos azota, sino por la falta de asistencia social y de respuestas oportunas, eficaces y eficientes de parte de las instituciones a nuestros reclamos. Hasta la administración de justicia, que en toda sociedad civilizada debe ser el último reducto, el último bastión en caer bajo las patas de los caballos del desorden, tiene una deuda social acumulada con la mora judicial o retardo en la solución de los asuntos que son sometidos diariamente a su consideración. Para comprobar lo preñado de derechos que está cada miembro de la sociedad, basta con saber que constitucionalmente vive en un proclamado Estado Social y Democrático de Derechos, que tiene como finalidad esencial la protección efectiva de la dignidad humana; que los artículos que van del 37 al 69 de la Carta Magna consagran un deslumbrante catálogo de derechos imprescriptibles e irrenunciables; que dispone de los dos sistema de control constitucional más perfectos del mundo: el difuso y el concentrado; que cuenta con ocho modalidades de amparo para proteger sus derechos fundamentales; que existen las altas cortes y que todos los magistrados del orden judicial son jueces constitucionales, llamados a proteger esos derechos; que tenemos un Presidente con la valoración más alta de la historia. Y paro para no cansar.

Entonces, ¿cómo es posible que exista la sensación de desamparo en la ciudadanía?

El Nacional

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