Opinión

QUINTAESENCIA

QUINTAESENCIA

Plan justicia 20-24.-

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Los que tenemos un mínimo de información y conciencia nacional, social, política, de clase y de sujeto, sabemos que nuestra justicia no ha cumplido con la función que le corresponde: la de dar a cada uno lo que le pertenece. En toda su historia el Poder Judicial ha dado pena.

Así ha sido desde la creación del Estado, en aquel lejano año de 1844, no con la proclamación de la Independencia Nacional, que fue el 27 de febrero, sino con la aprobación de nuestra primera Constitución, el 6 de noviembre de ese año, hasta nuestros días.
El pueblo, digno de mejor suerte, viene soportando la postergación de los servicios que la administración de justicia está obligada a proporcionarle.

Recordemos que George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, afirmó que la justicia es el primer pilar de la democracia. Y el emancipador de los esclavos dijo que la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Por tanto, sin justicia, no hay democracia y sin democracia el pueblo carece de organización civilizada.

Además, la ausencia de justicia constituye el escenario perfecto para la inseguridad jurídica. Y donde no hay seguridad jurídica no puede haber inversiones económicas, ni nacionales ni internacionales. Peor aún, sin inversiones económicas, el desarrollo y el progreso social son imposibles.

Sabemos que donde no hay seguridad jurídica se produce a corto plazo una crisis económica. Toda crisis económica genera una crisis social, y esta se eleva a crisis institucional, política, de gobernabilidad y de gobernanza.

La buena administración de justicia es indispensable para la paz social. Jamás materializaremos el Estado Social y Democrático de Derecho, consagrado en el artículo 7 de nuestra Constitución, si primero no creamos una justicia imparcial, independiente, pronta, eficiente y eficaz.

Nadie se engañe, una buena justicia para todos no llega por generación espontánea. Hay que impulsarla desde todas las instancias de la sociedad.

Por eso nos alegró cuando el actual presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo del Poder Judicial, Luis Henry Molina, declaró que no se propone impulsar reformas en el Poder Judicial, al modo de una segunda ola, sino que procurará hacer la transformación que inaugure una mejor justicia para todos. No creemos en discursos, creemos en hechos. Pero lo dijo en la elaboración del Plan Justicia 20-24, y lució comprometido.

El Nacional

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