El asesinato de la señora Estela Diloné, madre del ex beisbolista Miguel Diloné, por seis delincuentes que la ataron de pies y manos y le vendaron los ojos antes de estrangularla en el interior de su hogar, ha encrespado a la población que hoy amanece aliviada al saber que la Policía apresó ayer a cuatro de los que participaron en tan horrendo suceso.
Uno de los detenidos, Kenny Miguel Rodríguez Durán, confesó que días antes había robado en la casa de la señora Diloné, ubicada en el segundo nivel de la calle Del Sol esquina Anselmo Silverio, de Santiago, por lo que decidió regresar con cinco antisociales, uno de los cuales, Jendy Balbuena, habría sido quien la estranguló.
Un crimen de esa naturaleza jamás podía quedar impune, por lo que desde el primer momento la Policía movilizo literalmente cielo y tierra para identificar y apresar a los vándalos que perpetraron tan abominable hecho, cuatro de los cuales, incluido el presunto asesino, ya fueron capturados.
La señora Diloné, de 75 años, era querida en el sector donde residía por casi 30 años, por lo que los vecinos se preocuparon cuando en la mañana del sábado no había salido de sus habitaciones, como era su costumbre, por lo que llamaron a su hijo Guelo Diloné, quien tuvo el infortunio de encontrar el cadáver de su progenitora.
Después de perpetrar el horrendo asesinato, el grupo de parásitos se repartió el botín de 55 mil pesos que sustrajeron y seguramente ya planeaban su próximo crimen en el entendido de que esas bestias tienen licencia para matar, robar, secuestrar, violar, intimidar, sin que la sociedad active sus mecanismos de defensa y protección.
Es por eso que se resalta la rápida acción emprendida por el Comando Norte de la Policía, cuyos agentes lograron capturar a cuatro de los seis individuos que perpetraron el hecho y que también ha dado seguridades de que apresará a los dos todavía prófugos.
Se requiere ahora que el Ministerio Público someta a esos vándalos por ante la jurisdicción penal y se ponga como meta lograr que la justicia imponga la pena máxima en perjuicio de esos desalmados, que no merecen ver jamás la luz del sol, a menos que no sea desde el patio de una cárcel.
A la espera de que aprese a los restantes criminales, la población reconoce el rápido abordaje policial para esclarecer el asesinato de la señora Diloné, un suceso que ha taladrado el alma de una colectividad que clama a todo pulmón por un freno inmediato a la creciente delincuencia y criminalidad.

