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Relaciones con Rusia

Relaciones con Rusia

Rafael Méndez

La reciente visita del canciller ruso, Serguéi Lavrov, a la República Dominicana, marcada por la inauguración de la embajada rusa y la celebración de los 80 años de relaciones diplomáticas entre ambas naciones, ha dejado al descubierto una palpable frialdad en el trato oficial a tan distinguido visitante. Esto contrasta evidentemente con la recepción y el protocolo observados en la visita previa del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, por lo que no resulta aventurado afirmar lo que se evidencia como una clara priorización de la relación con Estados Unidos.

Este contraste, lejos de ser un mero asunto protocolar, refleja la visión geopolítica que influye en la política exterior dominicana y su estrecha concepción del mundo multipolar que predomina a nivel global. Aunque la apertura de la embajada rusa parecería estar matizada por una prudencia estratégica, la búsqueda de diversificar las relaciones no eclipsa la tradicional alineación con Washington.

El análisis comparativo de ambas visitas, tal como lo expone la reseña de un prestigioso medio local, revela un patrón de conducta oficial que, por mucho que se pretenda disimular, no pasa desapercibido. Mientras que la llegada de Marco Rubio fue recibida con gran esplendor, la presencia del canciller Lavrov se limitó a un sencillo ceremonial.

La agenda de Rubio incluyó encuentros privados, almuerzos oficiales y ruedas de prensa conjuntas, subrayando una atmósfera de colaboración y apertura. En contraste, la visita de Lavrov se caracterizó por la ausencia de rueda de prensa, una reunión presidencial breve y sin tributo oficial, y la falta de declaraciones conjuntas a los medios, como se estila y como manda el protocolo.

Esta disparidad en el trato sugiere que, si bien la República Dominicana reconoce la importancia de mantener lazos diplomáticos con Rusia, lo hace con una reserva que contrasta fuertemente con la calidez demostrada hacia su aliado estadounidense. Por tanto, no es aventurado interpretar este frío recibimiento como un «metamensaje» dirigido a Estados Unidos, reafirmando la lealtad y dependencia del Gobierno dominicano hacia su principal socio comercial y hegemón político.

La apertura de la embajada rusa en Santo Domingo, aunque tardía tras ocho décadas de relaciones formales, se inscribe en un contexto geopolítico donde la influencia de potencias como China y Rusia está reconfigurando el panorama de América Latina y el Caribe. Para Moscú, establecer una presencia diplomática permanente en la República Dominicana representa un movimiento estratégico para fortalecer lazos en una región históricamente bajo la influencia de Estados Unidos, buscando proyectar su poder y diversificar sus alianzas.

Por: Rafael Méndez

rmendez@gmail.com

El Nacional

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