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Repoblar la frontera

Repoblar la frontera

Cinco provincias definen el límite fronterizo  con Haití. Estas son: Dajabón, Montecristi, Elías Piña, Independencia y Pedernales. Gran parte de los nativos de estas provincias, han emigrado a otras latitudes, empujados por el desempleo y la miseria.

La situación actual en el vecino país es deplorable, se afirma que las bandas criminales controlan el 80%  de Puerto Príncipe, su capital. Además, la ocurrencia de crímenes, secuestros, atracos y violaciones es el pan nuestro de cada día. Esa realidad, provoca que sus nacionales huyan hacia nuestro país.

Históricamente, el conflicto territorial ha estado presente a lo largo de las relaciones entre ambas naciones. Desde 1801 a la fecha, Haití ha invadido a Republica Dominicana 7 veces (la que se produjo en 1822, se prolongó por 22 años).

La historia reciente revela que, en el año 1929, los gobernantes respectivos, firmaron un convenio territorial que fue incumplido por el Gobierno haitiano; esto dio lugar a que se produjeran incidentes dolorosos y lamentables.

Actualmente, el Gobierno dominicano construye una verja a lo largo de la línea fronteriza, con el objetivo de controlar la incursión al territorio nacional.

Además, el presidente Luis Abinader, mantiene una actitud de reclamo permanente en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a fin de que, se restablezca el orden y la seguridad en el hermano país.

 Es oportuno señalar, que debido a la ausencia de autoridad  en ese territorio; el Gobierno dominicano se ha visto precisado a mantener la presencia de una fuerza militar numéricamente inusual, equipada con armamentos y equipos bélicos especiales, apropiados para preservar nuestra soberanía. Esto implica un costo económico significativo.  

Si no repoblamos las cinco provincias fronterizas, con la urgencia que requiere la circunstancia: seguiremos perdiendo territorio, debido al éxodo de los nativos, y, la ocupación pacífica de los vecinos.

Para detener esa situación, propongo desarrollar asentamientos agrarios integrales, provistos de acompañamiento técnico y apoyo económico, hasta que sean autogestionarios. Así les infundiríamos el “sentido de pertenencia” a los nacionales y se convertirían en centinelas insobornables.