La inicial icónica Revolución Sandinista, que logró concluir el poder de la dinastía somocista que gobernó despóticamente a Nicaragua por 45 años (1934-1979) por los dictadores Anastasio Somoza García (Tacho), y sus hijos Luis Somoza Debayle, graduado en Yale University de ingeniero, y Anastasio Somoza Debayle (Tachito), graduado en West Point, ha sido miserable y deplorablemente traicionada por el actual gobernante, Daniel Ortega Saavedra y su consorte Rosario Murillo, vicepresidente, sustituyendo una tiranía por otra.
Una dicotomía y contrasentido que es posible entender y explicar por la puja de la ambición y la megalomanía que yace incrustada en los tétricos pasillos sombríos del despotismo, apelaciones cognitivas deleznables del homo sapiens, logrando superar imperativos de conciencia de vivir para servir, por egoístamente servirse.
Tiranías que no encajan en estos tiempos que soplan pululantes vientos de libertades públicas al socaire del neoliberalismo económico y la pluralidad política, sustentadas tanto por Estados Unidos, sus alicates de la ONU y OEA, y la influencia y presión de la Unión Europea.
Cuba, Venezuela y Nicaragua son los únicos tres países de AL que registran tiranías contradiciendo el espíritu liberal que signan estos tiempos renovadores hacia civilizaciones contextualizadas en la era de la informática, redes sociales, y escraches, que los pueblos repulsan por constreñir sus justos reclamos sociales, políticos y derechos humanos.
El general Augusto César Sandino fue traicionado y asesinado por el subteniente Eddy Montes en Las Segovias, el 21 de febrero de 1934, junto a sus generales Francisco Estrada y Juan Pablo Mazurca, por ordenes de Tacho, luego de cenar juntos 48 horas antes, celebrando acuerdos de paz.
El tándem Ortega-Murillo, idéntico de Tacho con Sandino, ha traicionado los postulados liberales sandinistas, instaurando un régimen represivo, repeliendo marchas pacíficas en procura de aperturar la tolerancia y el reclamo de sus paisanos con protestas iniciadas el 18 de abril 2018.
Las cadenas de protestas surgieron por el dictador modificar reformas concernientes al Seguro Social y el régimen de pensiones, justas exigencias que sacuden las sociedades de Francia, Chile, Ecuador y Colombia, presumiéndose se esparcirán en otros escenarios.
Legítimas protestas han causado 328 muertes, conforme informe de la OEA (22 de noviembre de 2019), pero la oposición cuantifica 651, que Ortega debió impedir, tolerando y superando equitativamente los reclamos sociales, que la historia cargará sus excesos.
Empezando porque una democracia que encarcele la disidencia por el designio arbitrario de ejercer el poder, es una caricatura de democracia, jamás una democracia auténtica, y en Nicaragua hay hoy 160 presos políticos, que la sociedad civil demandó al binomio Ortega-Murillo liberar para estas festividades navideñas y final 2019, sin conseguirlo.
Inclusive Humberto Ortega Saavedra, hermano menor del tirano, el once de este mes, intercedió para que libere los 160 presos, sin respuesta.
Daniel Ortega, en vez de proseguir el espíritu libertador arraigado en las libertades públicas que tremoló el original sandinismo en su bandera redentorista negra y roja, sinónimo de luto y sangre, ha desviado y contaminado la praxis redentora sandinista de antaño por el despotismo, rapacería y truculencia de hogaño.
Siempre se afirma que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y detrás de un déspota hay una arpía y dogaresa, esta última definición, concierne a Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, a quien el pueblo nica señala el verdadero poder.
El inicial Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que reputa los lauros de la hazaña de finiquitar la tiranía somocista, empezó a contradecir su programa revolucionario y moral, disponiendo de las mansiones de los Somoza y empresarios que lo apoyaron, primera macula.
El presidente Donald Trump impuso sanciones a Nicaragua condenando el monopolio del 68.5 por ciento del negocio de los combustibles que dominan Ortega-Murillo con 69 estaciones de expendio suyas, representando el 60 por ciento del consumo en unión con su hijo Rafael Ortega Murillo, con las compañías Puma (49.44 %), DNP (29.88%), Petronic (9. 17%), 11.51% otras.
Ese monopolio de los combustibles fue calificado de “robo de Estado”, dirigido por Rafael Antonio Ortega Murillo, hijo de Daniel y su esposa Rosario, por la oposición a la dictadura, el 16 de este mes.
EFE informó el 18 de este mes que Nicaragua no sufría una crisis tan profunda desde 1980-1990, cuando Ortega cumplía el primero de sus cuatro mandatos 1985-1990, 2006-2011, 201-2015 y 2015-2022.
Iconos fundacionales del FSLM como Ernesto Cardenal están distanciados del despotismo Ortega-Murillo; Sergio Ramírez Mercado, primer actual afamado escritor nica, Dora María Téllez, la Haydée Santamaría de la revolución cubana, perseguida por disentir la tiranía del tándem Ortega-Murillo.
Los dos diarios más importantes, La Prensa y El Nuevo Diario han cerrado por obstáculos de Ortega en suministrar papel y tinta, en represalias por disentir con la dictadura.
Este trabajo de investigación revela las graves distorsiones de una revolución frustrada por la desmesura de la ambición de poder y el lucro desenfrenado, que augura conmociones sociales definitivas para concluir con el despotismo Ortega-Murillo, restaurando el inicial espíritu de la traicionada revolución sandinista, homenaje al Mártir de Las Segovias.