Ser o no ser o no ser es la divisa, es un ensayo de Julia de Burgos. Es también un principio vital en este tránsito por la existencia.
Fue precisamente un director de teatro brasilero quien me llamó la atención sobre la naturaleza de los y las dominicanos. Me dijo que no había conocido a nadie tan intrínsecamente rebelde, tenaz y digno como nosotros y que nuestra actitud le había obligado mirar al mapa y se había quedado estupefacto. “Ustedes son un mosquito en el mapa”, ¡pero como saben persistir!.
Dos dominicanos habíamos pasado por su taller: Yo, y más tarde Waddys Jaquez, y los dos no dudamos en decirle a este director, que creía en maltratar a los actores y actrices para “sacar lo mejor de ellos”, que no aceptábamos su método. Ya bastante maltrato habíamos sufrido como nación. Se trataba del director de MACUNAIMA, una saga teatral de 4 horas, con un elenco de casi cien personas, que había visto en los Estados Unidos.
Conversando con el Gordo Oviedo este me decía que si Lula hubiera sido dominicano esos policías federales lo hubieran pensado dos veces antes de entrar a su casa y arrestarlo, en una acción apresurada de claros visos políticos.
Conociendo los enclaves de Casa de Campo, Punta Cana y Cap Cana, donde la burguesía dominicana y latinoamericana tiene casas que se anuncian en Homes and Gardens, y donde sus dueños tienen que viajar de un área a otra en carritos de golf, que se arreste un presidente por haber vacacionado en la casa de playa de un amigo a quien supuestamente una corporación le arregló el apartamento para nosotros sería un chiste.
Al leer esta noticia, me pasó lo mismo que cuando vi el despliegue de fotos de la supuesta corrupción de los hijos de Gadafi, cuyo bungaló en la playa sería aquí un apartamento de clase media o media baja, en Juan Dolio.
Curiosamente, quienes denuncian la “corrupción” de la clase trabajadora, lo que no soportan es que también aspire a vivir como ellos, o por lo menos no a vivir como ellos, sino a acercarse.
Recuerdo el desprecio de algunos conocidos cuando se encontraron en un resort de ski con dos reconocidos comunicadores dominicanos, empeñados en ingresar a una clase que nunca los aceptará, por sus orígenes, su físico, y pretensiones, que a ellos les parecen intolerables.
Siempre he dicho que la diferencia entre un hombre o mujer de verdad y quienes lo aparentan, es que no permiten que nadie se equivoque con su dignidad intrínseca. El Caribe está lleno de esos hombres, y mujeres, una asesoría que podemos ofrecer, al Brasil, de gratis.