Santo Domingo.- Sergio Vargas revalidó el pasado sábado su condición de integrante de la élite del merengue que tiene asegurado su pase a la inmortalidad.
Ver lleno, a capacidad, el teatro La Fiesta del hotel Jaragua, era su propósito cuando de la mano de Alberto Cruz Management decidió celebrar sus 35 años de trayectoria artística con su propia agrupación. Y se le dio.
A las 11:00 de la noche, con Si algún día la ves “El Negrito de Villa” dio el banderazo de salida para hacer un recorrido por lo más exquisito de su repertorio musical, bajo la producción artística de René Brea.
Acompañado de un grupo de bailarinas de llamativo vestuario, dirigidas por Iván Tejeda, Sergio entregó una producción en la que además de merengue se paseó por el bolero y la salsa.
Perdona, Ciclón, Por ella, tema que el más connotado hijo de Villa Altagracia aprovechó para dar la bienvenida y agradecer el apoyo constante del público, tanto dominicano como extranjero, a una trayectoria que inició en aquel recordado festival de la voz organizado por el maestro Rafael Solano.
Allí comenzó a escribirse esta historia que se fortaleció cuando pasó a formar parte de la orquesta El Equipo, del maestro Dioni Fernández, con quien grabó Morena, Los diseñadores, Al ritmo de la noche, entre otros grandes éxitos.
El repertorio, bailado y coreado por el público, continuó con el popurrí La tierra tembló/Oh Mariana, y entonces el teatro quería caerse, gente de pie, tomando fotos con sus celulares y parejas bailando al compás de esta popular canción.
En pantalla gigante se iban sucediendo imágenes del artista en su natal Las 80 Casitas, Villa Altagracia, y llegó el tema punta de lanza de una de las carreras más exitosas del merengue: La quiero a morir, seguido de Las vampiras, Perla negra, Madre (a piano) y Mama vieja, acompañado de imágenes de la madre del artista.
Sergio continuó con Madre mía, Yo que te amé y Marola. Aquí, el artista aprovechó para recordar el Grammy Latino ganado por él en noviembre del pasado año, con su nueva producción discográfica, titulada: “Es merengue ¿Algún problema?”, un logro, dijo, del merengue en sentido general.
Un total de 35 canciones, entre las que también Sergio interpretó No te puedo olvidar, Dile, tema que dio paso a un segmento de boleros integrado por Quiero estar solo, Un cigarrillo, la lluvia y tú, Como un bolero y pasó a la salsa con Muñeco de trapo, tema con el que se despidió pidiendo un aplauso para la orquesta y dejando el escenario a su hermano Johnny Vargas, quien interpretó el tema A mi manera, y lo dedicó a su padre.
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Regresó con cambio de vestuario y subido al éxito Dime dónde, para continuar con No eres una más, Yambalaya, Tú vacilándome y yo esperándote, Todo aquello que escribí, Anoche hablamos del amor, Qué te has creído, Ni tú ni yo, Mala memoria, Bala perdida, Te va a doler, Vete y dile, La ventanita y La novia.
Al concierto producido por Alberto Cruz Management se dieron cita importantes figuras de la música, entre ellas sus colegas merengueros Eddy Herrera y Rubby Pérez; así como Pavel Núñez, Marcel, El Lápiz Consciente, La Materialista, Yanfour y los manejadores René Solís y Juan José Ventura.
Con La pastilla, tras dos horas y unos minutos en escena, Sergio se despidió la madrugada del domingo de un concierto que habrá de quedar grabado en su memoria, la del público y del teatro La Fiesta, como uno de los de mayor asistencia en la historia del famoso y emblemático hotel Jaragua.
