Las lluvias continuarán este fin de semana sobre el Cibao y la Línea Noroeste, con mayores riesgos de inundaciones y deslizamientos en por lo menos 12 provincias, cuyos suelos están ya saturados de agua después de más de dos semanas de continuas precipitaciones.
Aun cuando las autoridades estiman que las pérdidas preliminares ascienden a unos seis mil 500 millones de pesos, se estima que centenares de pequeños y medianos productores han perdido o diezmado sus cultivos.
La magnitud de los daños es muy superior al abordaje inicial del Gobierno en materia de auxilio a las familias afectadas y de reparación de carreteras, puentes y caminos destruidos por las riadas de ríos y cañadas.
Se resalta el oportuno trabajado del Centro de Operaciones de Emergencia (COE), que abarca los ámbitos de la previsión y la asistencia, lo que sin duda ha evitado mayores pérdidas de vidas humanas, especialmente en poblaciones asentadas sobre riberas de ríos o al pie de montañas.
Debido a los vaticinios de más inundaciones y deslizamientos de tierra, el Gobierno debería disponer de personal adicional de las Fuerzas Armadas para reforzar los operativos de prevención y auxilio a cargo del COE, así como aumentar la distribución de alimentos, ropa y materiales para reconstrucción de viviendas.
El Ministerio de Obras Públicas hace lo que puede en medio del mal tiempo para reparar puentes, caminos y carreteras, cuya destrucción mantenía incomunicadas a unas 130 poblaciones, una cantidad que se ha reducido a solo cinco comunidades.
Es imperativo que los gobernadores con la ayuda de alcaldes y legisladores levanten un inventario de daños causados por las intensas lluvias en Puerto Plata, Santiago, La Vega, María Trinidad Sánchez, Duarte, Espaillat, Montecristi, Sánchez Ramírez y Monseñor Nouel, a los fines de que se organicen e intensifiquen los operativos de asistencia a esas provincias afectadas por las incesantes lluvias.
Ante tan desolador cuadro de desastre que se verifica en el Cibao, nordeste y Línea Noroeste, la indiferencia es una vergüenza, por lo que la sociedad toda debe participar en una gestión nacional marcada por la abundante solidaridad.