A nuestros hijos los educamos en torno a prohibiciones: no hagas esto, no hagas aquello, esto es malo y lo otro es peor. En consecuencia, le damos poca oportunidad para desarrollar su imaginación, su intelecto, su capacidad para discernir, y cuando están en las aulas…peor es la situación pues se les castiga por cualquier conducta considerada impropia. Crecemos con limitaciones o escasas referenciales mentales.
Así, condenamos con mucha facilidad a aquellos a quienes calificaremos de soñadores, quienes se imaginan un mundo muchas veces superior a su capacidad de respuesta o tal vez en condiciones de alcanzarlo y/o de lograr ese mundo imaginado si tuvieran algunas oportunidades, ya sea que su entorno le propiciara las condiciones aun mínimas o recibieran el estímulo familiar o de sus amigos.
Todos conocemos a personas con mucha destreza o de asombrosa imaginación, y la respuesta que le damos es de aislarlo o desconsiderarlo por loquillo. La tendencia es a subestimar a aquellas personas que sobrepasan formas conductuales entendidas como anormales o que van más allá de nuestros parámetros. Igual lo contrario, cuando las aulas no logran satisfacer las necesidades de conocimientos de tales individuo.
El emprendurismo, las iniciativas, soñar con un futuro, son cualidades y destrezas. Unos nos entrenamos para desarrollarlas, otros las llevan consigo y se potencializan en la medida en que el espacio-tiempo en que habitan les permite actuar. Necesitamos permitirnos soñar, imaginarnos la vida y hasta la muerte, crear y recrearnos, vernos en perspectiva y en el contexto, aprender hacerlo y potencializarlo en quienes lo muestran. Hay que darnos oportunidad hasta para la aventura.
Somos muy formalitos, con la tendencia a convertirnos en soldados de juguetes, confundiendo tal vez la disciplina, los rigores, y limitando en los demás su capacidad creativa, burlándonos hasta del “artitismo” expuesto por unos y de la gran imaginación de otros para convertir el mundo en veinte mil cosas distintas. Hay que estimular la idea de soñar un futuro. Estimular la imaginación de vernos diferentes.