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¿Subestimada por occidente?

¿Subestimada por occidente?

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Ese balón del Mundial de Fútbol entregado por Vladimir Putin a Donald Trump en su reciente Cumbre, efectuada en Helsinki, capital de Finlandia, podría simbolizar el fin de la posguerra fría para abrir las compuertas de la convivencia y comprensión entre Estados Unidos y Rusia.
Si así ocurriera, el mundo se encaminaría a transitar la ruta de la paz y la prosperidad anhelada por diversas generaciones alrededor de la tierra.
Putin dijo que la Guerra Fría protagonizada por EE.UU. y Rusia “es cosa del pasado”, y que ambos países mantienen una relación de respeto y de colaboración poniendo de ejemplo la realización de la Cumbre entre él y Trump que transcurrió “en un ambiente abierto y de tipo empresarial”.
El presidente de Rusia observó que “la Guerra Fría ha terminado, la era de la confrontación ideológica aguda en ambos lados es una cosa del pasado, el mundo es diferente ahora».
Y el gobernante estadounidense adelantó que “saldrán muchas cosas positivas” tras la Cumbre con su homólogo ruso Vladimir Putin.
«Nunca hemos tenido una relación peor con Rusia que la que teníamos unos días atrás, y creo que ha mejorado sustancialmente» expresó el presidente para añadir que «me parece que hay posibilidad de que sea mucho mejor».
Ambos mandatarios dialogaron durante dos horas y media y respondieron preguntas de los periodistas estableciendo que seguirán trabajando para resolver los conflictos en el Medio Oriente, específicamente en Siria e Israel.
Los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense siguen viendo a Rusia como la principal amenaza para la potencia del Norte.
Presión ultraderecha
¿Cambiarán ese criterio los grupos hegemónicos norteamericanos luego de esta Cumbre entre Trump y Putin?
¿Cuáles aspectos positivos generará para la paz mundial y la prosperidad entre las naciones más empobrecidas del planeta?
Por conveniencia coyuntural de la geopolítica o por cuestiones que van más allá del interés personal, la impresión latente es que Trump y Putin quieren un acercamiento entre Estados Unidos y Rusia.
Los analistas internacionales entienden que ello sería saludable y determinante para que el mundo se enrumbe por la ruta de la paz.
La diplomacia hace esfuerzos desde décadas atrás para obtener ese resultado, y resalta aquellos encuentros de los ex mandatarios Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en los ochenta.
Gorbachov, político y abogado y ex secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (1985-1991) así como Jefe de Estado (1988-1991), mantuvo relaciones armoniosas con las estructuras de poder estadounidenses.
Su tesis de la Perestroika aceleró las transformaciones políticas, económicas y sociales de la antigua URSS. A partir de ahí, Gorbachov se convirtió en conferencista y asesor en varios países de Occidente, incluido Gran Bretaña y Estados Unidos.
Posguerra Fría
Como cosa extraña de los intríngulis de la política internacional ese carismático líder ruso tenía empatía y acercamiento con la ultraconservadora y entonces primera ministro de Inglaterra, Margaret Thatcher al igual que con el ex presidente norteamericano Ronald Reagan.
Reagan y Gorbachov se disputaron a finales de la década del ochenta el Premio Nobel de la Paz, instituido por Alfred Nobel en 1901, y cuya entrega se realiza en Oslo, Noruega. Finalmente, fue Gorbachov el ganador en 1991.
En cambio, Vladimir Putin nunca tuvo buena amistad con el ex presidente demócrata Barack Obama, quien recientemente dijo que: “Reagan se revolcaría en su tumba por acercamiento a Putin”.
¿Más que palabras?
Veremos en los próximos días que sucede en el fraternal amorío entre Trump y Putin, y cuales resultados concretos tendrá para el bienestar del planeta.
Esperemos si finalmente se concretiza una segunda Cumbre entre ambos gobernantes que se anticipa podría efectuarse antes de concluir este 2018 en la Casa Blanca.
Si esas potencias comienzan a reducir sus millonarios gastos militares y ha desnuclearizarse progresivamente habrá suficientes recursos para destinarlos a limpiar los océanos contaminados; reducir la pobreza, protección del medio ambiente, ampliación de programas de salud y sanidad, construcción de viviendas, fortalecimiento de la producción alimenticia y de los programas científicos, culturales y deportivos a escala mundial.
Que así sea aunque algunos piensen que con ese último señalamiento estoy soñando, prefiero ser optimista que vivir en la oscura cueva del pesimismo humano.

El Nacional

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