Siento profundo desdén por quienes menosprecian a las clases populares, un país donde muchos se alisan el pelo, se tiñen de rubio y se afinan la nariz, pretendiendo renegar de su fenotipo para ingresar a la elástica clase media dominicana.
Por eso he salido en defensa de nuestros mejores embajadores: los deportistas, y de que a cantantes también se les dé la oportunidad de ser ministros, ya que son cultos en su campo y ser un buen ministro de Cultura no implica necesariamente ser letrado. Brasil asumió el liderazgo, nombrando a un cantante negro como ministro de Cultura. Y, en Cuba, es Silvio el verdadero embajador cultural de ese país.
Esta falta de prejuicio no ha impedido que en su momento haya criticado a cantantes populares como Omega y Mozart La Para, por sus letras incitantes al morbo y violencia contra las mujeres, y que haya celebrado que sea La “Materialista” quien responda por nosotras, porque el feminismo local no ha enfrentado con sistematicidad esa bomba de neutrones contra el sexo femenino que es cierta música popular. Luis Díaz y Juan Luis, gracias a Dios, siempre nos reivindican de un estigma que ya trasciende lo universal.
Mis juicios sobre Martelly, no responden pues a un prejuicio, como el expresado en un video que circula en los medios donde este baila como “un cuero”. Mis criticas a “Sweet Mickey” tienen que ver con su lumpenismo político en el ejercicio como presidente de uno de los países mas complejos del planeta. Lumpenismo que lo lleva de país en país denunciando una problemática que deja fuera la legendaria desidia e irresponsabilidad de las clases oligárquicas haitianas frente al destino de sus pobres.
Creo que el ex embajador Daniel Suplice, es la otra cara de una haitianidad que conocemos, reconocida por su formación, educación, cultura y prudencia, de la estirpe del fallecido Guy D’Alessandre, y que Evans y Martelly son el equivalente de los Vincho, con sus convocatorias de la “sociedad civil”, su quema de banderas, y sus desaforadas marchas nacionaleras de mujeres menopáusicas.
Por suerte, tenemos como embajador en Haiti al equivalente de Daniel Suplice: un diplomático de carrera, culto, honesto, progresista que se llama Ruben Silie.
Ninguna “crisis humanitaria”, ni guerra mediatica contra República Dominicana, impedirá que Martelly retorne, en próximas elecciones, al maravilloso carnaval haitiano y los escenarios, donde pertenece. Evans no merece un comentario, quien si merece nuestro reconocimiento es Daniel Suplice.
Que no retorne a su país sin que públicamente le digamos: ¡Muchas gracias!