Acosado por multitudinarias manifestaciones en su contra y por un ultimátum del Congreso de que sería destituido, el presidente interino de Perú, Manuel Merino, renunció ayer apenas seis días después de sustituir a Martín Vizcarra, quien había sido nombrado en lugar de Pedro Pablo Kuczynski, ambos depuestos por vacancia moral.
Merino, que fue juramentado el lunes en lugar del presidente Vizcarra, acusado de recibir soborno de la empresa Odebrecht, dimitió en medio de una crisis política de grandes proporciones, solo después que la Cámara de Diputados le concedió un plazo de seis horas para que abandonara el Poder.
En menos de cuatro años, el Congreso peruano ha destituido a dos presidentes y obligado a renunciar a un tercero, cuyo sustituto tendrá que culminar con tan accidentado periodo constitucional, si no es que también le aplican “vacancia moral”.
Las protestas pacíficas contra la decisión congresual de destituir a Vizcarra fueron reprimidas violentamente por la Policía con saldo de al menos dos muertos y decenas de detenidos, a pesar de lo cual multitudes desfilaron por el centro de Lima y se congregaron frente al Congreso.
La historia de muchos presidentes de Perú ha estado plagada de episodios difíciles, como la condena a 25 años de prisión del presidente Alberto Fujimori; el suicidio del exmandatario Alan García, cuando iba a ser detenido implicado en el caso Odebrecht, la prisión de Ollanta Humala, acusado de lavado de activos y la huida a Estados Unidos de Alejandro Toledo, imputado de corrupción.
La destitución de Vizcarra no resultó como lo esperaba el Congreso, porque provocó el rechazo de la población, al entender que la acusación en su contra no recorrió el camino de una acusación formal de la Fiscalía General ni de ningún tribunal, por lo que se produjeron intensas manifestaciones a nivel nacional en reclamo de la dimisión del recién nombrado presidente Merino.
Ahora la ciudadanía con sus protestas reclama que al Congreso se le aplique “vacancia moral”, bajo la acusación de que responde a intereses empresariales y políticos que habrían sido las razones por las cuales el presidente Vizcarra fue separado del Poder.
La crisis política peruana sirve de reflexión para toda América Latina, cuyos pueblos conocen y padecen modalidades de golpe de Estado, disfrazadas en decisiones constitucionales, como ha ocurrido en Brasil y Bolivia. Aquí, los legisladores deberían tomar nota de lo sucedido para que nunca se pasen de listos.

