El estrecho margen con el izquierdista Pedro Castillo aventaja a Keiko Fujimori en las elecciones del domingo en Perú plantea muchas interrogantes en torno a una nación que ha quedado partida en dos mitades.
De finalmente ganar, el gran reto de Castillo será no sólo preservar las instituciones democráticas, sino reconciliar a las fuerzas que compitieron en el polarizado certamen.
Fujimori, la rival de Castillo en la contienda, no era precisamente la mejor candidata por las imputaciones por el escándalo de corrupción de Odebrecht y el fardo con que ha tenido que cargar por la condena de su padre, el expresidente Alberto Fujimori, por violación de los derechos humanos.
Aún así, Keiko, que llegó arañando al balotaje, tuvo una espectacular remontada en los tramos finales de la campaña electoral. Cuando perdió de Pedro Pablo Kuczysnski, los resultados no causaron mayor inquietud porque ambos candidatos representaban a los sectores más conservadores.
Ahora, con una diferencia de menos de un uno por ciento, los electores se han volcado a la izquierda, aunque Castillo, de Perú Libre, moderó su discurso para conquistar el centro social y llevar confianza a los mercados. Tras el escándalo de corrupción de Odebrecht, Perú ha estado de crisis en crisis.
Por el caso se suicidó el expresidente Alan García; el exgobernante Alejandro Toledo está prófugo, Ollanta Humala y Kuczynski en prisión y Martín Vizcarra fue destituido por el Congreso. Son lógicas las interrogantes sobre una victoria tan cerrada.
