Reportajes

Trujillo
Un peón  de la política de EU en Latinoamérica

Trujillo <BR>Un peón  de la política de EU en Latinoamérica

En el ser humano predomina el ideal del bien aun cuando esté girando callado dentro del monstruo del mal o mostrando la apariencia de armonía y hasta de bienestar general.

La publicidad maliciosa elaborada al efecto tiende a decorar  de amabilidad, de intenciones magnificentes, las ejecutorias tiránicas.

El bien se puede invocar ejercitando al unísono el mal como cuando  las demostraciones “religiosas” de carácter conspirativo ayudaron de manera jubilosa, sin arrepentimiento posterior de nadie, hasta ahora, a derribar el primer gobierno democrático de pos dictadura, en 1963. El mal se puede enmascarar de obra de bien y muchas personas sumarse a ello, sorprendidas por el fenómeno cuidadosamente elaborado para que parezca espontáneo.

Nadie llega al poder predicando el mal, el crimen, la persecución y la mezquindad política, que suele abundar incluso sin dictadura.

Para que una tiranía prospere en la ilusoria doctrina de esa “burla” del imburlable tiempo que aspira a llamarse la “eternidad”, inexistente, como tal, o para la ilimitación del umbral de referencia histórica espacio-temporal que la impulsa como ente ideológico, se requiere una compleja red de voluntades activas.

Una tiranía, como ninguna otra actividad de esa envergadura o como su oponente, la democracia, que es más compleja aún, no puede actuar aislada. Para que una tiranía como la que tuvo República Dominicana por tan prolongado tiempo se mantuviera, sus lazos externos, especialmente con la cercana potencia dominante, resultaron imprescindibles.

Era el “hijo de puta” preferido de esa potencia, el que resolvía a sangre y fuego, el más decidido, como lo situó un distinguido miembro de la élite política estadounidense.

Debe crear el espejismo del “progreso”, de la “necesidad” y asumir, el tirano, la condición supra humana del pequeño e inequívoco dios infalible y paternal que demanda el corpus ideológico que le rodea. Debe insistir en todo momento en la necesidad imperiosa de sus métodos despóticos enmascarándolos de jardines y de un heroísmo de pura y vacía cohetería.

Debe desatar crisis convenientes y mostrarse capaz de solucionarlas e incluso, darles soluciones, a su estilo, aunque no las haya provocado.

De ahí que el tirano de los 30 años, bien asesorado por eminencias grises a las que convocaba en su afinidad ultra conservadoras, se erigiera en maestro de las intrigas que mantenían en una zozobra agónica a la sociedad dominicana, dividida y orquestadas sus energías en la prevalencia de un orden cuasi “perfecto” en el que cualquier manifestación de disidencia se acallaba con la muerte, el exilio o la tuberculosis nacida del total aislamiento.

Una tiranía debe sustentarse en un control estricto del ordenamiento económico que siempre será restrictivo y a-consumista en razón de que los ciudadanos pasan a ser un ente numérico, un diseño de perpetuidad, una relación de causa pero no de efecto.

Cuando aquél tirano emergió como factor de poder determinante ya estaban dadas las condiciones para ese ascenso, independientemente de consideraciones éticas de por medio, de su prontuario criminal, de su capacidad de intriga y de todos los factores que los hacían objetable.

Había una crisis económica mundial que determinaba cambios importantes a las estrategias políticas a corto y largo plazo, había una cultura autoritaria, había una preparación pre establecida con la primera intervención militar y finalmente, había el consenso sobre la necesidad de “mano dura” para la condición de los factores convergentes y divergentes en la sociedad dominicana.

Cuando se produjo el  arribo al poder, casi inevitable como fenómeno “alternativo” del Estado tiránico ya el débil y caótico proceso democrático había sucumbido en manos de líderes incapaces de ver más allá de sus intereses particulares.

EL DATO

Ajusticiamiento

 El tirano Rafael Leonidas Trujillo  fue ajusticiado la noche del 30 de mayo de 1961, por un grupo de colaboradores.

El Nacional

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