Donald Trump ha mostrado tanto desprecio hacia los inmigrantes, que ha puesto a pensar por aquí en la posibilidad de que aplique, en caso de retornar a la Casa Blanca, una ley similar a la 168-13 que dictó el Tribunal Constitucional para despojar de la nacionalidad a dominicanos de ascendencia haitiana, cuyos antepasados se establecieron aquí de manera irregular a partir de 2029.
Al no creer en la separación de los poderes, sino en la fuerza, es obvio que de ganar las elecciones Trump no vacilará en secuestrar el sistema judicial, que históricamente ha sido el principal soporte del sistema político de Estados Unidos. Los norteamericanos han enarbolado la igualdad ante la ley como uno de los principios fundamentales de su desarrollo político, social y económico. Ejemplos como la renuncia en 1973 del presidente Richard Nixon a raíz del escándalo Watergate testimonian el peso de la Constitución como garante de su modelo político.
Con el discurso de odio de Trump esa independencia estaría en veremos en caso de volver al poder. Las víctimas de su redada no serían solo los haitianos, a los que acusó de comerse los gatos en Ohio, sino inmigrantes procedentes de América Latina, Asia y África.
Esos estadounidenses de ascendencia dominicana, cuyos progenitores llegaron en yolas, con machetes, pasaportes falsos, matrimonios arreglados o que entraron de manera legal y decidieron quedarse corren el riesgo de ser perseguidos en un Gobierno de Trump, tal vez con más saña que la exhibida aquí contra dominicanos de raíces haitiana tras la infame sentencia 168-13.
No se trata de ningún falso temor, sino de una de las muchas conclusiones de un discurso de desprecio contra los inmigrantes. Hasta la propia Kamala Harris, hija de inmigrantes jamaicano e hindú, estaría, entre muchas otras personalidades, en riesgo en caso que el republicano gane las elecciones.
En el clímax de un proceso electoral que luce tan reñido, a pesar de la ventaja que otorgan las encuestas a la candidata demócrata, hay que tener muy arraigado ese desprecio a los inmigrantes para no guardar ni siquiera las formas. Solo que Trump no gane las elecciones y posiblemente la conjunción de diferentes factores pueden evitar la masiva redada que presagia su retorno a la Casa Blanca. Las leyes ni las presiones internacionales serán un obstáculo pues sabrá como soltearlas.
Los inmigrantes que no tengan su café claro tendrán que pensar bien a la hora de sufragar, porque guerra avisada no mata soldado. Trump ha reiterado que quiere una limpieza étnica para devolver lo que define como la grandeza y el esplendor a su país. No cree en separación de poderes, institucionalidad ni que el derecho emana del respeto a las leyes, sino en la fuerza.