Durante los años de mi niñez y adolescencia, que transcurrieron, en lo fundamental, en la calle Duarte de la parte alta del barrio Pueblo Nuevo de la ciudad y municipio de San Francisco de Macorís, entre los compañeros de andanzas, juegos y amoríos, era común escuchar los términos coca y fullería, para referirse a las trampas y arrebatos que se producían, luego de que uno de los participantes al perder un juego con pelotas de medias, macizas, juego de la tablita, la rayita u otra modalidad en la que se apostaba entre uno y hasta diez centavos aportados colectivamente.
Qué lejos estaba quien escribe de pensar que en pleno siglo XXI, en un centro de “moral y luces” como nuestra Universidad Autónoma de Santo Domingo, iba a revivir el recuerdo de este deleznable comportamiento, ahora por parte de autoridades, que por lo menos en término cultural y educativo, distan mucho de los muchachos y adultos que en aquella época realizaban tan odiosa práctica.
Sin embargo, el año pasado un estudiante de Mercadeo, líder de un grupo estudiantil, miembro de la selección de Baloncesto Superior del Recinto y de otros equipos locales, con una moral y comportamiento intachable en la sociedad, objeto de alabanzas y estímulos por quienes fueron sus profesores, gana el premio Amín Abel, que entrega la universidad a aquellos estudiantes de sobresaliente e integral postura durante sus años de estudios.
Su expediente es introducido al Consejo Directivo por un subdirector y la directora general, lo secuestra e impide que se agote el proceso hacia su aprobación y entrega, para cumplir con la resolución número 2012-304 que incluyó a los estudiantes de Recintos y Centros.
Eso es hacer coca, fullería.
Con motivo del Día del Maestro. La dirección nacional de la Federación de Asociaciones de Profesores solicita a los directivos de sus filiales en las Facultades, Recintos y Centros, escoger el Maestro del Año, entre los pasados directivos, de la Asociación de Profesores del Curne, de las dos maestras sometidas a votación, una profesora, gana por amplia mayoría y la presidenta suministra al presidente de la Federación el nombre de la que perdió, Eso es hacer coca, fullería.
Las actuales autoridades de la UASD, procuran modificar el Estatuto Orgánico y el Reglamento de Recintos, Centros y Subcentros Universitarios, a menos de un año de las elecciones, con el objetivo explícito de permitir la reelección y suavizar o “aligerar” los requisitos para optar por un cargo electivo vigentes para las elecciones que, según el artículo 130 “… se efectuarán de forma simultánea, el tercer miércoles del mes de junio de cada cuatro años,… en horario de 8:00 a.m. a 8:00 p.m.” Es decir, el 20 de junio del 2018. Estas, al parecer insatisfechas con el pobre desempeño que han realizado, quieren sellar su irrespeto a la institucionalidad, olvidando que la reverencia a las normas estatutarias y reglamentarias es la única garantía para que, prevalezcan la paz, la convivencia académica y el sosiego en nuestra Alma Mater.
La tradición histórica ha sido que la apertura del proceso que conduce a la convocatoria del Claustro Universitario que contemple en su agenda la modificación del Estatuto Orgánico o algún Reglamento, se produce durante el primer año de una gestión, cuando todavía el fervor triunfalista, el éxtasis de la victoria y la fuerza del cambio, conservan toda su pureza anímica y espiritual.
Es penoso y falto de toda ética, que concluyendo un período de gestión se pretenda: “…modificar el reglamento electoral y colocar la reelección” con el argumento de que, “no podemos enviar a tomar docencia a 52 directores de escuelas y 19 directores de Recintos, Centros y Subcentros”. También se incluye “aligerar los requisitos para ser director”, que “…son más que para ser rector” para esto pretenden convocar el Claustro Menor.
No le sería fácil a quienes así actúan, este intento de hacer coca y fullería y podría ser traumático para la universidad la convocatoria a un Claustro Menor con estas y quien sabe cuáles otras intenciones ocultas.
La República Dominicana ha sido víctima de funestos procesos de imposición de la reelección presidencial y en instituciones sociales. Por lo que los sectores organizados al interior de la universidad: estudiantes, profesores y empleados, deben estar ojo avizor frente a los desvaríos del rector y sus autoridades y así impedir que en este caso nos hagan coca y fullería.
La UASD debe continuar su proceso institucional y que las próximas autoridades pongan en práctica un proceso de racionalización de los recursos y reforma de sus estructuras, sin mediaciones personales y con pleno interés institucional.
El autor fue director del Curne, 2008-2011, director general de la UASD, recinto San Francisco de Macorís, 2011-2014; es profesor de Historia y Teoría Pedagógica de la academia.