
Entre las obras del poeta, pintor y ensayista Víctor Bidó, se encuentran “Poemas de la tortuga”, “Suma presencia” y “Sin tuerca la vuelta”.
Desde su primer libro “Cuaderno de condenado”, publicado por la biblioteca Nacional en 1986, la poesía de Víctor Bidó estuvo, está marcada por la palabra poética plena de pasión creadora dentro del grupo de jóvenes que habían publicados libros de la llamada generación de los 80. Poemario que no marcó pauta alguna al poeta, pero dio a conocerlo dentro de los jóvenes.
Sus temas preferidos como el amor, la soledad y el silencio entre otros irán creciendo hacia lo interno, donde alcanzará una comunicación como es la personalidad de Bidó, de dejar una gran parte de sus intuiciones y preocupaciones en el tintero existencial. Algo a destacar que, además de poeta, su oficio de luz, es pintor y ensayista de temas contemplativos.
Pasarían unos años para aparecer “Poemas de la tortuga” (1994) y sutilmente poner sobre el tapete un cambio de rumbo en su poesía. Que el poeta apenas se percató y mucho menos sus compañeros de generación.
En este libro Víctor “encontró” su voz que lo identificaría y a la vez lo separaría de sus compañeros, de generación y evidenciando que cada poeta es dueño de su voz y evoluciona en lo más íntimo de su ser pensante y pasional como está marcado. Estas dos posturas podrían distinguir a la poesía de Bidó, como una característica inalienable de su poética: pensante y pasional de sí mismo.
Agregándosele también la de una poesía sin bulla y sin sobresaltos, que aparenta no recorrer grandes distancias, pero sin lugar a duda lo hace, pues las grandes distancias que recorre son las del pensamiento en que se entrecruzan el Oriente y el Occidente, para el afianzamiento de su poesía. El Oriente con reminiscencias, salpicadas, del budismo y El Occidente con el pensamiento filosófico.
Pasiones presentes en la poesía de Bidó sin categorización, pues solo están presente en su cotidianidad de asombro a la par con su personalidad “huidiza” como su poesía, pues no es de los poetas que apasiona por apasionar para después negársele, sino todo lo contrario. Solo busca fluir y lo consigue con su sensibilidad única e irrepetible.
Su tercer libro, “Suma presencia” (2001), publicado por la biblioteca Nacional dentro su colección, brevemente rompe con sus dos libros anteriores, pero conserva el tono familiar con el conocimiento de la vida que es una constante en la vida del poeta, como la entiende, en turbulencia permanente. Abundan los poemas extensos como un río de pasión que lo quiere mojar todo, pero en su caso, tocarlo todo por dentro (reminiscencias de todas índoles).
Lo que traería una pregunta sobre la poesía de Víctor Bidó, ¿Qué pretende si es que pretende algo? Me la respondo yo mismo: solo escribir el poema y que el posible lector de poesía a su vez lo lea y deguste por dentro. Con poetas como Bidó solo tenemos que tener pendiente su decir poético en ascenso, sin valoraciones inútiles, pues él no la busca.
Es lo que siempre hago ante su poesía, busco que me toque por dentro, ante su drama eterno de la existencia, pues si estuvieran de moda las etiquetas a viva voz dijera que Bidó es un poeta existencial, no existencialista, no sé la diferencia ni me preocupa buscarla solo la planteo y ya.
Una poesía que no proponga transformar no puede influenciar al hombre, de ahí que es una de las propuestas constantes de la poesía de Bidó, a veces una poesía “desnuda”, “ausente” de un aparato verbal que a veces prima en la poesía de otros autores de poesía, pero que en Víctor Bidó está ausente.
Una poesía hecha sin alma no puede influenciar al alma. Y esta poesía es para influencia al alma. No es un poeta de fácil lectura. A Bidó hay que leerlo con mesura y con cuidado para poder degustar, estéticamente hablando, al poeta, a su manera de entender su vida, al espíritu de matices indefinibles con que su poesía está dotada.
Poeta al que hay que volver para poder captar la esencia de un decir en el que prima, como dije antes, el hombre asombrado de sí mismo y su drama personal, que no puede hacer nada para remediarlo, y no digo esto por ser un simple lanzador de dados de su poesía, no, lo digo como un lector cómplice que quiere ser acucioso, a veces sin conseguirlo. También es autor de “Territorio de las nubes” (2011) y “Sin tuerca la vuelta” (2020).
El autor es escritor.
Por: Amable Mejía
amablemejía1@hotmail.com