Desde su llegada al Ministerio de Cultura, Roberto Ángel Salcedo ha marcado una diferencia palpable en el sector cultural del país.
A pesar de los prejuicios que algunos puedan tener sobre él, ha demostrado ser un gerente con visión clara y capacidad de ejecución. No ha perdido tiempo en hacer contacto con todo lo que tiene que ver con la cultura y las bellas artes, articulando un plan de acción ambicioso, pero bien estructurado.
Uno de sus principales enfoques es ampliar la oferta cultural, llevando iniciativas como la Filarmónica Nacional a los pueblos y acercando el teatro y otras expresiones artísticas a cada rincón del país. Su meta no es solo promover el arte en la capital, sino en todo el país, fortaleciendo la identidad cultural dominicana.
Su equipo de trabajo, bien conformado y en plena operación, respalda su gestión con dinamismo. Recientemente, en un encuentro con directivos de Acroarte, institución de la cual soy miembro, detalló sus planes y proyectos, dejando en evidencia que su compromiso va más allá de lo simbólico. Además, está dedicando tiempo a escuchar, a recorrer las provincias y a entender las necesidades de cada comunidad para responder con soluciones concretas. Si mantiene este ritmo de trabajo y la coherencia en su ejecución, Salcedo se perfila como uno de los ministros de Cultura más destacados de los últimos años. Su estilo gerencial y su enfoque auguran una gestión eminentemente positiva para el país.