A pesar de la advertencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Reserva Federal de Estados Unidos, en torno al efecto devastador que tendría sobre las economías de Estados Unidos y del mundo la prolongación del cierre administrativo del Gobierno Federal, el líder del Partido Republicano, John Boehner, ha dicho que “esto no es un maldito juego” y advirtió que no habrá marcha atrás en negar una ley de ampliación del techo de la deuda a la Casa Blanca.
El presidente Barack Obama parece decidido a no ceder en lo que define como chantaje de los republicanos para que detenga su programa de reforma de la seguridad social a cambio de reabrir la administración federal. Mientras tanto, más de 800 mil empleados federales fueron enviados a sus casas y la crisis administrativa ya se refleja en los mercados de valores y en mayor debilidad del dólar. Esa es una crisis que va para largo con consecuencias todavía impredecibles.