Si partimos de la insólita y palurda posición externada por el director de la Policía de descalificar a los hijos de hogares de madres solteras, para reclutar en esa institución; entonces no sería extraño que también se descarte a los profesionales de esos entornos.
Si como dice Eduardo Alberto Then cuya versión no creemos que sea de su exclusiva responsabilidad, se debe tener “mucho cuidado” en enganchar como policías a los hijos de hogares donde falte el padre, habríamos de convenir en que también nosotros no podemos ejercer con dignidad, y somos propensos a delinquir.
Sí, porque así como la Policía es un estamento de nuestra sociedad, también los son las instituciones académicas donde nos formamos. De allí hemos egresados hijos de hogares monoparentales, donde la madre es la cabeza. Parecería que con todo esto se pretende formar una nueva casta.
Tal vez por el criterio externado por Then es que, hasta ahora, tenemos un gobierno más o menos elitista, y hay más de un 70% de desempleados perremeístas. Los que dan la talla, al parecer, son los “popis” provenientes de hogares satisfactoriamente nucleados.
De otro lado, aunque él haya reculado y disculpado por lo que dijo recientemente, las madres solteras deberían resistirse a que sus hijos sean reclutados por el cuerpo del orden; podrían ser hostigados ante cualquier error, y siempre se supondría que son los protagonistas de actos delictivos.
De igual forma, exigir que los nuevos agentes policiales sean los hijos y nietos de los oficiales, de funcionarios y demás, que se han criado y educado en hogares donde siempre han estado presentes sus dos progenitores.
Esto, aunque hay una gran cantidad de cuadros familiares con dominio matriarcal donde la mujer ha jugado los dos papeles, y sus proles han sido dignos agentes policiales y militares, y mejores profesionales.
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