Por: Angel Berto Almonte
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Santiago Rodríguez.- Hay seres humanos que llegan al mundo para dedicar su vida al servicio de los demás, sin esperar nada a cambio sólo de la satisfacción del deber cumplido. La disciplina y la responsabilidad es el don de la persona a quien nos referimos. Diciembre seis de 1946, llega al mundo la niña Olga Mejía en la provincia de Dajabón, su destino estaba marcado, las aulas y los problemas sociales, esta vez no en la comunidad que la vio nacer, sino en Santiago Rodríguez, donde se radicó años después, y es aquí donde aun reside, en la casa número 10 de la calle Francisco Bueno Zapata.
Graduada con honores de licenciada en Educación, Mención Filosofía y Letras, en la Universidad Pedro Enríquez Ureña (UNPHU), en el año del 1979. Su recorrido por el mundo de la enseñanza la lleva al liceo Librado Eugenio Belliard en el 1966, designada directora en 1980, hasta el 1985, toda una educadora consagrada.
Detrás de esta dama de hierro, querida por su pueblo, hay un gran hombre, el señor Hugo Leclerc, con quien procreó cuatro hijas: Carmen Teresa, Judith, Olga Verónica y Josefina Mejía Leclerc, todas han seguido su ejemplo de trabajo y rectitud. Don Hugo es la mano derecha de Olga, es el fiel compañero que está siempre a su lado.
Doña Olga Mejía de Leclerc, con un carácter recio algunas veces y dócil en otros, fue directora del colegio Francisco Bueno Zapata, Directora Del Centro Universitario Regional Del Noroeste (CURNO), coordinadora regional del Programa de Capacitación de los Maestros de Educación Básica, secretaria general de la ADP, presidenta del Consejo de administración de la COOPSANO, directora de la Defensa Civil, encargada de la extensión universitaria en Santiago Rodríguez, entre otras responsabilidades
Luchadora incansable, amante de los cambios cualitativos, identificada siempre con la vida y la libertad de los pueblos, una soñadora con los cambios profundos que necesitan, es una maestra de pies a cabeza, de esto puede dar fe quien suscribe, trabajamos juntos en el CURNO, dependencia de la UASD.
Está fresca en nuestra memoria los “doce años” de Balaguer, donde Olga Mejía se convirtió en una muralla de fuerza y dignidad para evitar que rodara sangre joven. “Luchábamos, porque Balaguer no quería saber de los estudiantes. Ellos y ellas se movilizaban y los cuidábamos en la calle”, recordó la profesora.
Olga es una madre entregada a su pueblo, la respetan, la quieren cientos de jóvenes que se formaron al amparo de la sabiduría que entrega a manos llenas. Fue la primera mujer en dirigir un centro universitario en el Noroeste, distinguida por el Senado y Profesora Meritísima de la UASD.
Producto de un accidente en el año 1993 la consagrada profesora permaneció quince años en cama, un quebranto que le imposibilito trabajar al servicio de su pueblo, en la actualidad usa un bastón para caminar, sin embargo su voz está intacta para seguir elevando su voz contestataria y clamando obras y justicia a favor de los pueblos de la Línea Noroeste.
Años en silla de ruegas, varias operaciones y muchos años han pasado de aquel terrible accidente, la maestra que impulsó la fundación en Santiago Rodríguez de una extensión de la UASD, el CURNO, “para que los bachilleres sin recursos no tuvieran que viajar a Santiago y a Santo Domingo”, sigue adelante, haciendo lo suyo, orientando a su pueblo que tanto ama.
En estos tiempos de confrontaciones máximas, de choques violentos, problemas intrafamiliares y cambios repentinos, la sociedad dominicana necesita parir miles de Olga Mejía para conseguir la paz que tanto buscó Nelson Mandela, esa paz por la que todos nos manifestamos dispuestos a luchar (para erradicar la miseria, la degradación, la explotación cada vez mayor de enormes sectores del mundo).