Refranero: “No hay mal que por bien no venga”
Quizás, al ser este refrán altamente conocido, lo ilustre con más humor el cuento que les relato a continuación:
“A una familia campesina se les escapó el caballo que era el que les ayudaba a realizar las labores del campo. El hijo se lamentaba del mal que esto suponía. Sin embargo el padre se limitaba a comentar tranquilamente: -Ya veremos…-
El muchacho estaba totalmente extrañado de la sosegada respuesta de su padre. Pero, cuando al poco de unos días el caballo regresó acompañado de una yegua salvaje se dirigió, apresurado, a comunicar su alegría a su progenitor. -Padre – le dijo, eufórico – ¡qué alegría, nos ha vuelto a sonreír la fortuna! Sin embargo cuál no sería su sorpresa cuando el hombre volvió a contestar -Ya veremos…-
El joven, no obstante no replicó, por respeto, y se puso a domar a la yegua. El animal le derribó y como consecuencia de la caída al muchacho se le fracturó una pierna. -Padre, ahora sí que estamos perdidos – dijo – La desgracia ha vuelto a cebarse con nosotros… No voy a poder ayudarte en las labores del campo. ¡Qué desgracia!
-Ya veremos… – volvió a contestar el campesino.
Poco tiempo después, transitaron por el lugar, encargados por el amo de aquellas tierras, soldados que reclutaban a jóvenes para librar una guerra en un lugar lejano. El hijo del campesino no pudo ser llamado a filas debido a la lesión causada por su caída.
-¡Ahora te entiendo padre! Mi pierna sanará en algunas semanas y sin embargo, si hubiese tenido que combatir en la guerra, podría haber perdido la vida. Aun así no sabemos si este hecho se tornará en bien o en mal… Me has enseñado mucho con tu aparente lasitud… ¡Ya veremos!
– ¡Ya veremos! – repitió el padre.
Con esta sencilla narración podemos percibir que este refrán transmite un enfoque optimista de la realidad ya que indica que, muchas veces, lo que consideramos una contrariedad puede tornarse en algo positivo.
De los casi cien mil refranes registrados en la lengua castellana podemos extraer un material que representa un gran valor aportado por la voz del pueblo a través de los siglos. Es raro que falten para ayudarnos a enriquecer nuestras conversaciones.
A partir del siglo XIV, nuestra literatura clásica viene acompañada de ellos. Enuncian consejos, pensamientos, opiniones e ideas. En términos generales suelen expresarse en forma de verso y/o acompañados de algo de rima para que resulten fáciles de recordar.
Como a cualquier hispanoparlante me gusta evocarlos, cuando la ocasión lo requiere.