Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

Rafael Peralta Romero

Aprendizajes

 

De algunos escritores se sabe que en sus afanes por la vida desempeñaron múltiples oficios, mientras otros sólo se ocuparon en el trabajo de escribir. Yo, en cambio, he intentado ingresar a varias ocupaciones, habiéndome quedado en la categoría de aprendiz. El primer oficio en el que actué bajo esa condición fue el de agricultor.

En mi primer intento de búsqueda de la autosuficiencia, me hice aprendiz de sastre, en el taller de José Rosario Cadet. Ya iba bien adelantado en el aprendizaje y era capaz de confeccionar un pantalón, cuando fui tocado por una vocación superior. Acudí al llamado, así fue que me convertí en aprendiz de sacerdote.

Reconozco, no me da vergüenza, que también he sido aprendiz de político, carrera para la que me falta disposición, pues me gusta la verdad, la transparencia y la puntualidad, y los políticos profesionales se solazan con practicar lo contrario de esos tres atributos. Una vez estuve como candidato a diputado en la boleta del desaparecido Partido Revolucionario Dominicano.

En algún momento me inicié en el conocimiento de la farmacología, pues fui propietario de una pequeña farmacia, sin duda que desplegué esfuerzos por aprender aquello, y hasta me movió el entusiasmo, le tomé aprecio a conocer las funciones de cada tipo de medicamento y me gustaba, pero el negocio fracasó.

Soy, desde hace medio siglo, aprendiz de escritor. El más complejo de los aprendizajes: uno lee lo escrito por otros, estudia las, piensa una obra durante años, luego de escribirla la revisa, la pule, la da a leer a un amigo que tenga conciencia de la lengua, y en cuestión de minutos alguien -lector, crítico o jurado- la descalifica con un “baah”.

No sé cuándo se deja de ser aprendiz de escritor, si cuando el autor tiene éxitos y es loado y reconocido o si cuando abandona el intento de ser escritor porque ha encontrado una actividad más cómoda y mejor remunerada. Sé que no abandonaré esa práctica, aunque no llegara a saber si soy profesional o aprendiz.

Hay dos aprendizajes que he completado satisfactoriamente. El primero es ser padre, pues incursioné en la crianza de niños y lo he llevado a buen término. El otro es el oficio de periodista. Siendo un muchacho de poco estudio y mucha ilusión, me hice aprendiz de periodista y creé un periódico pueblerino.

Con el periodismo no me quedé en la categoría de aprendiz, pues vine a la Universidad y me investí en esa carrera, en la práctica completé la formación profesional. Al fin y al cabo la herramienta fundamental del buen periodismo, como de la literatura, es el idioma y yo he puesto cierta obstinación en aprender el mío.

El Nacional

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