Opinión

Wally

Wally

Cuando se organizó la primera marcha del movimiento homosexual en el país, se encontraba entre nosotros la Dra. Daisy Cocco De Filippis y ambas fuimos a apoyar la marcha y estuvimos en primera fila.

Allí nos encontramos con un amigo muy ocurrente y gay, quien nos dijo que en esa marcha faltaba mucha gente porque “si aquí estuvieran todos los homosexuales de closet esta fila llegaría hasta Haina”. Y hablaba con conocimiento de causa…

En estos días recibí una carta solicitando mi firma para la expulsión del embajador Wally de nuestro país, de personas que nunca se han preocupado por la sexualidad de nuestros niños, por los abusos sexuales, la pederastia y el trafico infantil. Por eso les pregunté: ¿De donde les sale de momento esta vena moralista y “protectora” de nuestra infancia? ¿Dónde han estado ustedes todos estos años?.

Y me negué a firmar porque sabía que detrás de esta campaña estaba no solo el fascismo local, buscando causa fáciles con las cuales manipular a la gente, sino también gente muy deshonesta, que ha practicado el abuso y acoso sexual de los más débiles, como las trabajadoras domésticas, desde su temprana juventud y hoy asume un discurso que ni el Papa Francisco aprueba.

Ahora leo que existe otra campaña para evitar que el embajador visite las escuelas del país y “promueva la homosexualidad”, declaración que lo que evidencia es la vasta ignorancia que existe sobre el tema. La homosexualidad no se promueve, se nace con ella.

Una cosa son los jóvenes que son seducidos por pederastas y luego optan por permanecer en esa vida, por conveniencia material, o porque descubrieron que es el tipo de sexualidad que quieren practicar, y otra quienes libremente optan por ser homosexuales.

El hijo de mi amiga Daisy es un activista homosexual. Trató toda la vida de tener novias e inclusive de casarse, pero no pudo y así se lo confesó a sus padres. Hoy dirige una ONG cuya labor es precisamente visitar las escuelas para que los niños y adolescentes que se sienten gay, pero no se atreven a admitirlo, o se sienten culpables, o anormales, sepan que la homosexualidad es una opción, como ser heterosexual, y que por ello no hay que suicidarse, como lo hace la mayoría antes de completar la Secundaria.

¿Muerto o gay? Es su opción como padres. Es lo que Wally trata de evitar, y ustedes padres de hijos gais deberían preguntarse si quieren condenarlos a la muerte sencillamente porque ustedes optaron por otra sexualidad. Publicaba un amigo que nunca se imaginó que defendería a un embajador de Norteamérica, pero que la ultraderecha nos obligaba. Yo tampoco, pero en este caso Wally tiene razón.

El Nacional

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