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Zona Infantil

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El gallito rojo –

Un gato, un ratón y un gallito rojo vivían juntos en una hermosa casa, situada en medio del bosque.

El gato tenía su cama en una cesta mullida, el ratón en una cueva profunda y el gallito en un robusto aseladero.

Al despertar una mañana, el gallito preguntó:

-¿Quién prepara el desayuno?
-Yo no –dijo el gato.

-Yo tampoco –dijo el ratón.
-Vale, lo prepararé yo –dijo el gallito rojo e hizo de comer.

Cuando el desayuno estuvo listo, el gallito rojo preguntó:

-¿Y quién se come ahora este magnífico desayuno?
-Yo –dijo el gato.

-Yo, yo –dijo el ratón.
-De ninguna manera –dijo entonces el gallo rojo-. Me lo comeré yo, solo, salvo que me prometáis que me ayudaréis siempre.

-Yo te ayudaré –prometió el gato.

-Te ayudaremos –prometió el ratón.

El gallito se enterneció y compartió el desayuno con sus dos amigos.

Cuando no quedaba ya siquiera una migaja, el gallito rojo miró por la ventana y vio que venía por el camino el zorro.

El zorro entró en la habitación.

-Buenos días, ratoncito. Buenos días, gatito. Buenos días, gallito rojo.

¿Cuál de vosotros podría rascarme la espalda?
-Yo no –dijo el gato.
-Yo no –dijo el ratón.
-Vale –dijo el gallito rojo-, te la rascaré yo.

Y comenzó a rascar al zorro. Le rascó la espalda de la cola a las orejas pero, cuando llegó a las orejas, el zorro extendió una pata, atrapó al gallito y lo metió en su bolsa.

-Socorro, socorro, ¿quién me ayuda? –gritaba el gallito rojo en la bolsa.

-Yo no –dijo el gato y se ovilló más aún en su cesta.
-Yo tampoco –dijo el ratón y se ocultó aún más en su cueva.
El zorro dio un salto, sacó al gato de la cesta y al ratón de la cueva y los metió en la bolsa, para que hiciesen compañía al gallito rojo. Después se echó la bolsa al hombro y retomó a la carrera el camino hacia su casa.

En cuanto se durmió el zorro, el gallito rojo sacó unas tijeras que llevaba bajo el ala, una aguja y un hilo y preguntó:

-¿Quién corta la bolsa con las tijeras?

-Yo –dijo el gato.
Yo, yo –dijo el ratón.
Uniendo sus fuerzas, cortaron la bolsa y salieron al exterior.
Y, desde aquel día, el gato y el ratón ayudaron siempre al buen gallito rojo.

El Nacional

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