Daniel el duendecillo y la camioneta de los sueños.-

Había una vez, hace mucho tiempo en el Polo Norte, un pequeño duendecillo llamado Daniel que por ser el más pequeño los demás pensaron que no podía hacer algo importante en su vida, pero estaban equivocados.

En el Polo Norte cada día era una aventura. Todos viajaban en una camioneta con lujo, pero Daniel no, porque los demás duendes lo rechazaban mientras reían a carcajadas, ja, ja, ja.

Daniel tuvo que viajar en una camioneta sucia y oxidada pero le buscó el lado bueno, la lavó y la desoxidó.

Al verla nueva dijo –El esfuerzo valió la pena.

Lo que no sabía es que la camioneta era mágica y se dio cuenta cuando prendió sola.

Daniel saltó de un susto mientras gritaba. La camioneta era mágica pero no tenía boca, sus mensajes los escribía en su ventana y le dijo al duendecillo –calma, no te preocupes, no te haré daño.

Daniel le preguntó –¿Quieres ser mi amigo?

La camioneta le respondió que sí, que estaba muy sola en ese garaje y que le gustaría tener un amigo.

Daniel no sabía que sus compañeros estaban en peligro. Se enteró al recibir una llamada de auxilio.

–Daniel, ven rápido, nos atrapó una gran sombra de maldad.
Daniel salió con la camioneta para salvar a los otros duendes y al llegar vio la gran sombra de maldad y dijo -Sí, maldad pura.

Los duendes gritaron a coro –auxilio.

Daniel dijo –la única forma de que salgan de ahí es eliminar la maldad que hay en sus corazones.

Los duendes no sabían qué maldad tenían, pero al ver a Daniel entendieron que la forma de librarse era disculparse.
Entonces todos a coro le gritaron -Perdónanos, Daniel.

Daniel los perdonó al instante, pues no les guardaba rencor.

La sombra de maldad desapreció.

Todos fueron amigos de Daniel y de la camioneta mágica.

Y bibidi babidi bu, al pasar la página esté cuento habrá terminado.

Nirvana Saviñón (Niña de 9 años)