Juan el ebanista.-
Juan de Azua tenía dos hijas, Ana y Lía, de ocho y doce años, que salían a las calles a limpiar zapatos para mantener a su padre desempleado, quien un día vio llegar a sus hijas cansadas y sin dinero en las manos y pensó que debía buscar qué hacer para mantenerlas como ellas lo mantenían.
Así que leyó el periódico, buscó y encontró un empleo de chofer del Presidente y dijo –Es cerca de mi casa- decidido fue a la casa del Presidente y preguntó por el trabajo a los guardias que cuidaban la entrada; ellos lo llevaron al parqueo para que hiciera la prueba.
Intentó 10 veces y de esas chocó 20, por lo que el encargado desesperado lo despidió con una palmada en la espalda.
Al día siguiente halló empleo como limpia pisos, pensaba -este es pan comido- pero no fue así, pues cuando limpiaba todo el mundo pasaba y ensuciaba el piso. Después de un rato de limpiar y limpiar se cansó y gritó -me rindo, este trabajo es imposible.
Y así pasó día tras día el pobre Juan que buscaba empleo, pero un día al regresar a la casa encontró la noticia de que Lía, su hija mayor, estaba enferma en cama y desesperado dijo -jugaré la lotería, así no tendré que conseguir trabajo.
Y todos los días jugaba la lotería, pero nunca ganaba nada y su hija Ana, desesperada por la situación le dijo a su padre que trabajara como ebanista independiente, a lo que él respondió -tal vez sea una buena idea- y abrió un negocio como albañil.
Pero no podía trabajar bien la madera y Ana le aconsejó -lento y con calma todo se logra papá- y Juan le dijo a su hija -Tienes razón, mi niña. Esta vez seguiré tus indicaciones.
Hizo muchas mesas, sillas y muebles, ¡muchos muebles¡ de los que vendía muchos y a muy buen precio, convirtiéndolo en un ebanista muy famoso en todo el país, que hasta llegó a vender sus creaciones en la casa presidencial. Desde entonces su familia tuvo un mejor estilo de vida, se mudó a la ciudad pero jamás olvidó a las personas de su pueblo a quienes de vez en cuando visitaba.
Y fue ebanista hasta los 88 años, pues al cumplir los 89 no estaba en condiciones de trabajar, pero su familia siguió el negocio que prosperaba más y más.
Nirvana Saviñón
La escritora es estudiante de cuarto curso de Educación Básica.