Editorial

¡A trabajar!

¡A trabajar!

Después de muchos días de jolgorio  y concluidas las festividades de  Navidad, Año Nuevo y Reyes, se requiere que la gente  retorne a la realidad y eche  a andar al  aparato productivo nacional, porque escrito está que  el trabajo lícito y continuado ha sido siempre el mejor amigo del progreso.

Se ha dicho que 2012 será un período difícil durante el cual la economía  doméstica  sería afectada  muy severamente  por la crisis  financiera mundial que ya ha hecho  estragos en Estados Unidos, Grecia, Portugal, España, Islandia e Italia y que amenaza incluso con destruir el euro, símbolo monetario de la Unión Europea.

En medio de un proceso electoral, el Gobierno tendrá que  afrontar retos trascendentes en materia   de finanzas públicas, como   lograr extender el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), controlar el déficit del sector eléctrico, cumplir con el tope del déficit fiscal y solventar un servicio de la deuda que  en 2012  podría llegar a duplicarse.

La tempestad económica que se pronostica podría superarse si el Ejecutivo acepta reducir drásticamente el Gasto Público, para lo cual debería  cerrar todas las tuberías que oxigenan la campaña electoral y posponer  el inicio o conclusión de obras no prioritarias, a los fines de  solventar una estabilidad macroeconómica que atraiga inversión foránea.

Como ha sido por mucho  tiempo, la  economía nacional se sostendría este 2012 en pilares que por la crisis mundial resultan muy endebles, como turismo, remesas, exportaciones  e inversión, aunque esas variables se mantuvieron a flote durante  2011.

Los fantasiosos caminos  que  conducirían a mejores estadios  de vida como el clientelismo político, corrupción, narcotráfico, lavado de dinero, estafa, robo agravado y violencia delincuencial sólo conducen al infierno en vida y  constituyen factores de degradación familiar y destrucción  de la convivencia social.

La fórmula  infalible para mantener  a flote la economía  familiar ha de ser una firme e irrenunciable vocación  voluntad  colectiva  por el trabajo productivo, precepto que  el Gobierno  debe garantizar con similar rango que  el derecho a la vida y a la salud.

 Aunque  el asueto y la diversión son también prerrogativas ciudadanas, la población no debería entusiasmarse tanto con los largos  feriados y muchos días de asueto que adornan el calendario, porque para producir el gran salto hacia adelante, sobre todo en tiempos de adversidades, se requiere trabajar y trabajar hasta que literalmente no queden fuerzas para seguir de pie.

El Nacional

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