Opinión

Aferrados al poder

Aferrados al poder

He recibido, como muchos otros, una relación de salarios de una familia (un clan) de cinco miembros del Partido de la Liberación Dominicana que recibe más de 3 millones 500 mil pesos mensuales por los cargos que ocupan en la administración pública sin incluir vehículos, combustible, dietas, regalías de fin de año, celulares, personal de seguridad. Calculemos esos beneficios durante los últimos 12 años.

(“Por esa cosita yo le prendo un par de velitas” y algo más. Apoyaría la reelección de Leonel y de Danilo juntos, caminaría el desierto de Sahara sin camello, cruzaría el océano Atlántico a nado y me hundiría en las aguas heladas del Polo Norte).

Ese caso no único, ni exclusivo para un país de poco más de diez millones de personas de las cuales más de 5 millones viven en la pobreza y más de un millón en extrema pobreza.

No hace mucho me dijeron que la pensión de un ex director del Banco de Reservas era de alrededor de un millón de pesos. Cuando investigué confirmé el error. La pensión no es de un millón; es de 700 mil pesos. Poco más, poco menos. (Todas las pensiones de los funcionarios del PLD son millonarias. Pero las de los maestros, médicos y obreros no alcanzan ni para el funeral).

Un senador y una senadora reciben, solo del barrilito, más de un millón de pesos cada uno durante los últimos 12 años. Hablamos de 144 millones de pesos sin incluir salario, igualmente millonario, vehículos, espalderos, celulares, etc., etc. Y no he visto la donación de una silla de ruedas, una caja de aspirinas para el dolor de cabeza, ni un par de muletas.

Hablo de dos distinguidos legisladores, pero nadie se escapa de la fortuna. Todos, sin excepción, están en el barril, son los que le han aprobado once mil millones de dólares a Danilo Medina para continuar endeudando el país sin ninguna objeción; los mismos que del mismo modo aprobaron la reelección que al país le costó “un ojo de la cara” y “un riñón”.

Si tuviéramos un gobierno decente dispuesto a combatir la corrupción ordenaría una exhaustiva investigación del “antes y el después” de los dirigentes del partido de gobierno, convertidos en funcionarios del pasado y del presente gobierno, para saber lo que tenían entonces y de lo que tienen ahora.

Si la oposición se uniera en un solo bloque, como he propuesto, y ganara las elecciones como pienso que lo haría, la ocasión sería precisa para auditar, como sugiere Guillermo Moreno, todas las obras del Estado construidas en los últimos 20 años para ver cuáles fueron sobrevaluadas y en que magnitud para luego proceder con los sometimientos a la justicia y la encarcelación de los corruptos, expropiándoles sus bienes y devolviéndóselos al Estado de donde no debieron salir nunca.

El Nacional

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