En el año 1978, mi familia se trasladó a Santo Domingo desde Santiago. Mis padres me inscribieron en el Colegio Loyola, y completé mi bachillerato bajo la dirección de los jesuitas. Es decir, desde el séptimo de primaria hasta el cuarto de bachillerato, que concluyó en 1984.
Durante seis años compartí con mis compañeros de aula, en una promoción muy diversa e integrada por personas de diferentes estratos sociales, y que todos, 32 años después, se han destacado en las diferentes áreas profesionales tanto en el país como en el extranjero. Fieles ejemplos de que no pasamos por el Loyola, sino que el Loyola pasó por nosotros.
Fue en el séptimo curso, cuando por primera vez conocí a Luis Abinader, y desde entonces hemos forjado la amistad, acrecentada por la política. Junto a Felipe Mejía y a mí, teníamos la coincidencia de que nuestros padres eran políticos que, en esa época, ejercían posiciones claves en el gobierno. A pesar de ello, Luis exhibió moderación, sencillez y humildad.
Luis siempre se destacó por su excelencia académica, y sus notas hablan por sí solas. Fue estudiante sobresaliente. De igual manera, su conducta fue ejemplar, cumpliendo con las reglas disciplinarias del colegio. Pasamos por distintos Directores como los padres Marcelino, Víctor y Benito, quienes lamentablemente ya no están con nosotros. De igual manera, el padre Antonio Altamira, orientador de nosotros, incluso después de graduarnos, siempre nos daba seguimiento hasta los últimos días de su vida. Por supuesto, el Padre Cartaya, quien hoy vive en Miami, puede dar fiel testimonio de esta etapa.
Recuerdo perfectamente ver a Luis en las actividades deportivas y, sobre todo, en las jornadas de alfabetización que hacía el Colegio en las zonas apartadas de la ciudad. Estoy convencido de que su sensibilidad social ante los problemas ajenos haya tenido su raíz en estas vivencias.
32 años después, Luis es Candidato Presidencial y será presidente por el voto mayoritario en las elecciones del 15 de mayo. Desde la acera reeleccionista, sus bocinas lanzan todo tipo de provocaciones y falsedades que no nos distraerán en lograr el objetivo de la victoria. Eso es señal de que avanzamos, y como conozco a Luis desde que estudiamos en la primaria, al igual que el resto de los integrantes de la promoción Loyola 84, dejo constancia de que él es vivo ejemplo de la frase de San Ignacio de Loyola: “Alcanza la excelencia y compártela”.