Opinión

ALGO MÁS QUE SALUD

ALGO MÁS QUE SALUD

Con Serrat

Estuve con Serrat el pasado miércoles 30 en el Anfiteatro “NurinSanlley”. Fui acompañado de tres bellas damas, mi hija Ana, mi entrañable amiga Blasina y mi compañera Myriam. Logramos llegar a tiempo y escoger asientos próximos a la tarima, habían otros más cercanos, pero estaban “reservados” y custodiados por 4 policías municipales, los privilegiados nunca llegaron y los custodios vieron a Joan Manuel desde primera fila, aunque quizás se hubieran sentido más a gusto viendo a Omega, El Lápiz Consciente o a la Mayimba del Amargue; nosotros hicimos un reclamo, pero nos sentamos en los siguientes, que al final nos resultaron mejores.

Muchos otros fueron a exigir les dejarán sentar allí, pero la “autoridad” no se los permitió, a lo mejor no se percataron que el mismo Serrat se referiría ellos cuando interpretó “Algo personal”.

Precedieron a Joan Manuel un conjunto de cuatro músicos que magistralmente interpretaron unas seis piezas instrumentales, luego le siguió Bobby Delgado, un joven cantautor que no conocía y que en un estilo más a lo Sabina, causó también buena impresión.

Eran las 8:35 de la noche, hacía un calor asfixiante, las gradas centrales estaban repletas, excepto los asientos custodiados, y las de los laterales casi llenas, entraron los músicos encabezados por Ricardo Miralles, un joven guitarrista que le arrancó suspiros a unas cuantas de las cincuentonas, un bajista, el de siempre en los teclados y el baterista que lo encerraron en una pendejada de cristal, todos, excepto el guitarrista: una partía de viejos.

A los pocos minutos entró mi ídolo, ya en los setentas, con pocos cabellos, unos jean claros y una camisa azul que no estaba abotonada abajo y evidenciaba la barriga abultada, los cordones del zapato derecho andaban sueltos. La “Antología desordenada” no lo fue tanto, fueron un manojo de sus mismas canciones, las que nos permiten estar conectados e idolatrarlo.

Nos agradó verlo lúcido, interactuar con los mozos, la seguridad y parte del público, y sobre todo cantar bien, mantenerse esas dos horas en plena actividad, sudar como un poseso y reaparecer dos veces cuando se iba. Siempre he asistido a sus presentaciones en el país, desde aquella primera en el colegio “Las Mercedes” de Santiago, pero debo pedirle el retiro en la próxima de “algo más que salud”.

El Nacional

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