Diversos sectores han venido demandando un aumento de sueldo para el año 2022, para todos los servidores públicos, para compensar la reducción del poder de compra como consecuencia de las alzas de los productos de la canasta familiar.
Hay que admitir que, con motivo de la pandemia, la producción ha mermado y que el turismo, principal generador de divisas en los últimos años, ha tenido una sensible baja.
El Gobierno tuvo que tomar empréstitos por más de nueve mil millones de dólares, lo que ha permitido que el Banco Central tenga reservas y así estabilizar la tasa de cambio.
De no buscar dólares prestados la tasa de cambio se hubiera disparado y, consecuentemente, la inflación de bienes y servicios, en sentido general, pudo haber alcanzado los tres dígitos. Nunca he sido partidario del crecimiento de la deuda externa, porque compromete la soberanía, pero hay momentos excepcionales en que se justifica. Y con la caída de la producción, por la pandemia, en esta oportunidad sí tiene explicación.
Sin embargo, si se aplican políticas de austeridad, se fusionan instituciones que ofrecen servicios comunes, se suspende la publicidad gubernamental, se eliminan las botellas y el despilfarro habría un ahorro económico suficiente para satisfacer la demanda de aumento de sueldo.
Inclusive es posible sincerar los precios de los combustibles. El ministro de Industria y Comercio, Ito Bisonó, tiene la fórmula, la cual explicó a la población dominicana a través de los medios audiovisuales. Solo falta que el presidente de la República dé luz verde al dirigente balaguerista.
El coronavirus ha resultado una tragedia para el mundo y, particularmente, para República Dominicana. Y es que aparte de ser un problema que ha dañado la salud de la población y ha generado luto, también ha provocado daños incalculables en lo económico.
Dentro de esa desgracia puede producirse una noticia reconfortante. Y esa podría ser el aumento general de salario. Tenemos un presidente que escucha. Y las fuentes de esos recursos están expuestas en este artículo.
Por: Danilo Cruz Pichardo
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