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Amenaza haitiana

Amenaza haitiana

Chiqui Vicioso

Si no fuera porque lo ridículo nos hace reir, y en este caso tuviera absurdas, pero peligrosas connotaciones, cada vez que se menciona “el peligro” de Haití para nuestra soberanía me daría un ataque de risa.

Si definiéramos como “peligro” el tránsito de gente negra en nuestras calles; el sonido de otras lenguas “extrañas”, además del inglés que prolifera en todos los ámbitos; y el Ga Gá, que ya dos “patrióticos” representantes públicos intentaron prohibir en el Este, predio Santanista de ganaderos y vastas llanuras, pero de maravillosos poetas y literatos; como han prohibido en la “República Independiente” de La Florida, los libros de varios Premios Nobel norteamericanos, (esa República Independiente de la Florida que Bolsonaro acaba de definir como el paraíso en la tierra a que todos los brasileros y brasileras deberían de aspirar y soñar), entonces Haití es un peligro.

De otro modo es difícil entender como ese privilegiado mercado binacional, que consume el 95 por ciento de nuestras exportaciones, catalogado como el país más pobre de América, y lleno de gente hambrienta y enferma, que no tiene donde “caerse muerta”, puede ser una amenaza para el poderoso y muy bien artillado Ejercito Dominicano, el cual sabemos ha adquirido una serie de vehículos y helicópteros, para “vigilar y defender” nuestras fronteras.

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Yo me hubiera creído ese cuento, si alguien no me hubiera explicado el extraordinario negocio que es la “defensa de nuestro territorio” de Haití, y quienes han estado involucrados en el, desde la compra de los Tucano al Brasil, y no su alquiler a una intermediaria israelí, con opción a compra, negocio que desde luego no dejaba ninguna ganancia millonaria a sus gestores, todos –curiosamente- ruidosos voceros del “nacionalismo” dominicano.

Este descubrimiento ha sido verdaderamente decepcionante, porque una tiende a creer que aun los voceros de ultraderecha se mueven por razones ideológicas. Descubrir que son vulgares comerciantes, que han promovido gente poco formada (un policía hoy embajador, que garantizara las operaciones); y que fomentan el odio entre dos países y una supuesta amenaza a nuestras fronteras para beneficiarse de la “vigilancia” fronteriza, compra de armamentos y vehículos y construcciones, no solo asquea, sino que nos llena de indignación.

Aquí, hasta que no comencemos a ponerle nombre a esos bandidos seremos sus víctimas. Victimas de su demagogia, que trasciende el vandalismo y amenaza con convertirse en otra matanza del 37, que por cierto no fue contra los haitianos sino contra dominicanos negros y dominico-haitianos, como bien ha demostrado Amaury Pérez con un estudio que próximamente publicará el Archivo General de la Nación.