Opinión

Año uno

Año uno

Orlando Gomez

Ha pasado un año desde tu partida y aunque me hubiera encantado poder contarte de un renacer de la consciencia dominicana, una revolución política o un gran cambio positivo en esta tierra que dejaste, lamento no tener mucho que contar sobre ello. El país parece colgado en la inercia, junto a su gente, sus dirigentes y sus empresarios, viviendo de momento en momento a lo que venga y viendo el pasar del tiempo entre chismes y escándalos semanales de patio.

La prensa dominicana sigue tan vaga y nauseabunda como cuando la criticabas en aquellos años antes que te marcharas. Los reportajes investigativos más relevantes e informativos de hechos o personas de alcance local son realizados en la prensa extranjera y luego replicados en nuestros medios, que al final terminan saturando esos temas con desinformaciones. Las bocinas y el negocio del “pago para jugar” luce tan expandido como en el año que te fuiste.

Tuvimos elecciones y se dieron algunos cambios de rostros; Roberto Salcedo ya no es alcalde del Distrito Nacional, por ejemplo. Pero no obstante lo anterior, la oposición hizo las rabietas de siempre, las cuales no tardaron en degenerar en uno de los chismes semanales del patio que te comentaba anteriormente, mientras que el partido de gobierno se vio forzado a ejecutar otro de sus malabares para mantener su cohesión.

Algunos rostros habrán cambiado pero las cosas siguen iguales. La economía crece de forma robusta y se siguen creando plazas de trabajo aunque para las mayorías no esté claro de dónde; la inflación es baja aunque no me quede claro el cómo; la luz se sigue yendo y las conversaciones del Pacto Eléctrico están en el mismo lugar donde las dejaste; el Pacto Fiscal se dejó para el año que viene y ya la oposición que, en teoría, está llamada a representar la visión de casi 4 millones de dominicanos, dijo que no participaría; como siempre, el país luce detenido hasta tanto el pleito nuestro de cada ciertos años, con el nombramiento de los jueces de la JCE y el posterior pataleo, haya acabado; la delincuencia sigue su marcha indetenible mientras le seguimos lanzando policías y militares al problema. En fin, República Dominicana sigue siendo la República Dominicana que, a pesar de sus enormes defectos, siempre amaste.

Es en momentos como este, donde todo luce atrapado en una espiral inagotable de nada, no pudiéndose vislumbrar un rumbo claro de hacia donde vamos, o peor aún, de hacia donde deseamos ir, mientras los problemas de ayer siguen siendo los mismos problemas de hoy, siendo enfrentados con las mismas fórmulas fracasadas que ya intentáramos antes de ayer, cuando más admiro el empeño que siempre tuviste de dejar todo lo que estuvo en tus manos mucho mejor de como lo encontraste. Te extraño mucho, papi.

Por: Orlando Gómez Torres orlando.gomez@gmail.com

El Nacional

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