A la sargento la dejaran sola, aunque una amiga la acompañó. Este vil y horrendo asesinato de la distinguida sargento de la Policía, Karolina Cecilia Rijo Reyes, es uno de los mas execrables crímenes justo al inicio del presente año, en el patio del Juzgado de Paz de Santo Domingo Este, por Joaquín Soto trinidad y el de la profesora Gioconda Milagros Pérez y el del raso policial Vladimir Roso Ramírez, merecen que sus cobardes autores jamás vuelvan a recibir el sol de la libertad.
A la sargento la dejaron sola y ante eso la ultimaron. Este crimen pudo evitarse, pero increíblemente, un compañero de la víctima no tuvo la dignidad de acompañarle ese día al mencionado juzgado de paz, sino que guardó silencio ante un reclamo de su compañera de labores.
Sola y en actitud valiente, gallardía, solidaridad y honor, arriesgando su existencia, su compañera y leal amiga Ingrid de la Cruz, fue quien lo hizo, inclusive colocándose delante de Karolina para evitar que fuese asesinada, pero el cruel victimario tenía un peso de más de 200 libras, resultando herida de un balazo.. La valerosa joven Ingrid, mujer de quilates, valentía y arrojo, merece el reconocimiento de diversas instituciones del país, de los grupos de mujeres, inclusive del Departamento Femenino de la Policía, entidad que muy poco defiende y honra a sus miembros, con raras excepciones. La Policía Nacional necesita un gran defensor de ella, pero que sea un civil, no militar.
A la sargento Cecilia, la dejaron sola, no quisieron auxiliarle y por eso le asesinaron salvajemente.
Basta con leer la pagina 8-A del matutino Hoy, del 7 de enero, de la firma de Yelissa Rosario, quien en uno de sus párrafos escribe: ¨mujer temía por su vida¨. De acuerdo a una nota del vespertino ¨El Nacional¨, Rijo Reyes le envió un mensaje de voz a un compañero de trabajo, que prefirió no revelar su nombre, donde expresaba temer por su vida.
¨No quiero ir sola , él me amenazó con matarme¨ decía la sargento en el audio, y se refería a la cita que tenía en el juzgado con su ex pareja, pidió a su amiga Ingrid de la Cruz que la acompañara y en el trágico suceso resultó herida.La sargento Cecilia presentía su muerte a destiempo, y aunque pidió auxilio, la dejaron sola, ¡cuanta falta de solidaridad y amor!, ¡que indolencia!
Desde mi adolescencia asistía a los tribunales de mi pueblo y a otros, a presenciar algunos juicios, comprobando que todo miembro de la Policía y las Fuerzas Armadas envueltos en situaciones judiciales, siempre los acompañaba uno o dos miembros de igual o mayor rango de la institución a que pertenecían, que es lo correcto, pero ahora hemos detectado que esta obligación fue descontinuada.
Inclusive hemos visto que hasta mayores generales, generales de brigada, coroneles, capitanes, sargentos y rasos concurren sin acompañamiento y a veces solos con sus abogados, familiares y amigos. ¡Ojalá vuelva a ponerse en práctica esta loable decisión!
La sargento Cecilia murió en defensa de su hijo y su dignidad, quiera Dios que la institución que dignamente pertenecía, honre su memoria, así a tantos miembros que han sabido enaltecer la patria.