Desde que tenemos conocimiento, la vida ha transcurrido en medio de etapas, ciclos o modas, las cuales han moldeado el desenvolvimiento de la sociedad, y, hoy, se quiera o no disfrazar de otra cosa, vivimos en medio de teorías fabricadas ostentosamente, engalanadas hasta por IA, que, con todo y esto, el producto se queda en una nebulosa de misterios, necedades o ineficiencias que las hacen utópicas y en otros casos, completamente inaplicables.
Hoy en día, crear un ministerio no basta para ejecutar misiones como salud o educación; también se forman otros organismos con fines similares, pero cuya responsabilidad y eficiencia en la ejecución suelen diferir. Todo esto, producto de la política clientelista que busca la creación de estos puestos con fines de buscarle ocupación a los compañeritos, sin importar las siglas del partido que esté en el mando político, ya que, hasta ahora -reitero-, desde hace unas décadas, todos han hecho lo mismo, donde inclusive, en época resiente, hemos parecido más una dinastía que una democracia.
Decenas quizás de órganos dedicados a la defensa de la niñez, que, a la hora de las responsabilidades, es difícil determinar quién es quién. Y esto, porque se han encargado de hacer sus propios deberes y obligaciones evadiendo determinadas responsabilidades, no así cuando se trata de la elaboración y ejecución de presupuestos.
Es posible que para alguno que esto lea, le resulta difícil comprender el meollo del asunto, pero, se la pongo fácil; solo tiene que fijar su atención a la cantidad increíble de organismos que se han creado para un mismo fin, ya sea la niñez y hasta en los mismos organismos de represión del Estado, que, para hacer cualquier tarea ya asignada a un departamento o sección, se crean direcciones a granel, todas con fines insanos y, hasta, ¿por qué no?, en busca de un falso protagonismo o buscarle posición a algún cachanchán suyo.
Pero, me parece que ese es un mal de fondo en la formación académica, donde la mayoría -en estos momentos-, son creaciones mecánicas, inventoras de teorías, ya que, como parte de su formación y por lugar alguno -aparte de las teorías-, les enseñaron siquiera el significado de la lógica, sin poner en dudas, que tampoco quienes les enseñaron la conocen, es decir, esa forma sutil de argumentar la verdad, poniendo las íes en el lugar correcto.
Esto los ha convertido en desconocedores del significado del devenir de las cosas, ese proceso continuo de cambio que experimenta toda realidad, es decir, el proceso de llegar a ser lo que debe de ser y, mantenerse en continua evolución en el tiempo con el fin de poder justificar su permanencia, llevando a cabo, la cosa para la cual fue creado.
Y qué podemos decir que no sea el mejor ejemplo de todo esto, que el desastre operativo y funcional del organismo llamado Digesett, que ha parido parásitos como si fuese un curio, para hacer el mismo trabajo. Si, el mismo, ya que todos los demás organismos creados para trabajar en el problema del tránsito, simplemente, deberían de ser departamentos naturales de esa dirección general.
Pero no, las teorías mostrencas y el clientelismo político lo han desnaturalizado todo, constituyendo lo más lamentable, el recordar o pensar en lo eficiente que en sus inicios resultó ser la antigua Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), hasta que asesinaron la institucionalidad de ese órgano. ¡Sí señor!
Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
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