El mundo vive en una época en donde prácticamente cualquier cosa puede resolverse online, ya sea con una aplicación o al entrar a un website.
No puede negarse que la tecnología, sobre todo la relacionada con automatización de procesos, tiene grandes ventajas a nivel de costo y rapidez. Lo que antes tomaba horas ahora puede hacerse en cuestión de minutos.
Asimismo, con los avances online, hay la conveniencia de resolver cuestiones a cualquier hora, mucho más allá del tradicional horario laboral con la ventaja de que no hay que sufrir los tapones del tránsito.
Aun cuando la tecnología sirve para todo, incluso para socializar, esta no siempre es beneficiosa. La sucesiva automatización de procesos ha dejado a mucha gente sin empleo, situación que se prevé continuará e incluso empeorará con los años, motivo por el cual se habla de la necesidad de especializarse ahora para que los robots no terminen desplazando a todos.
Fuera de este panorama, hay algunas instancias más cotidianas en donde queda claro que no se puede depender cien por ciento de la tecnología: si en medio de un huracán se interrumpe la energía eléctrica y toda la casa se controla mediante aplicaciones y sensores, ¿como se las arreglan los residentes? Para toda solución digital debe haber una contraparte análoga, pues estos sistemas son propensos a fallos.
Si se cree ciegamente en la tecnología y no se está del todo convencido de que en ocasiones puede ser más una enemiga que una aliada, he aquí dos ejemplos, ambos vividos durante un reciente viaje a Estados Unidos:
Máquinas brutas
en aeropuertos
A la hora de viajar se recomienda hacer pre-chequeo del vuelo 24 horas antes con la idea de agilizar el proceso y evitar perder tiempo en filas. Se hizo esto online, pero al llegar al aeropuerto de Miami para regresar al país me encontré con un personal de American Airlines bastante molesto y unas máquinas a las que no les importa que se haya hecho el famoso pre-chequeo: hay que escanear cada pasaporte, introducir datos y hacer el mismo proceso que se había hecho 24 horas antes, cuando no había prisa ni presión de otros pasajeros.
Máquina o quiosco de servicio de American Airlines
La máquina no siempre reconoce la información suministrada, indicando que se requiere asistencia de un agente (o sea, un humano, que en este caso no está muy gustoso) y suele atascarse al imprimir pasajes y etiquetas de equipaje. Se pierde menos tiempo de la manera vieja, pero estas compañías últimamente no quieren pagar a un personal para hacer estos trabajos.
Peajes automatizados
Hay una tendencia en los peajes que solo permiten el paso al presentar un pase electrónico (E-ZPass o su versión dominicana, PasoRápido) en el entendido de que se agiliza el tránsito.
Estaciones de peaje como la de la fotografía de arriba, que sólo acepta E-ZPass, se están conviertiendo en la norma en Estados Unidos.
Magnífica idea, pero tiene un problema: no todo el mundo pasa por esos lugares, sobre todo si se es visitante. Este inconveniente lo resuelven las compañías de alquiler de vehículos vendiendo un pase electrónico pre-pago cuyo precio varía según la cantidad de días de uso del auto. En el caso de Dollar Rent a Car, el precio fue de 35 dólares por cuatro días.
La idea es evitar inconvenientes en peajes que no aceptan efectivo o tarjeta de crédito porque no hay personal. Todo eso está muy bien, el único problema fue que nunca se usó. 35 dólares desperdiciados y que la compañía no devolverá porque no está dentro de sus políticas. Sólo cuando haya tantas quejas que se hagan insoportables cambiarán estas reglas de juego. Como se ve, la tecnología no siempre es beneficiosa.