MADRID. (elmundo.es). Sin puntos, sólo con anestesia local, con incisiones de tan sólo 1-2 milímetros, con recuperación precoz y, en muchos casos sin baja laboral… Es el ‘sueño’ de todo cirujano: curar sin abrir. Un anhelo que ya es realidad para el abordaje quirúrgico de distintas dolencias como, por ejemplo, las abdominales o las ginecológicas, gracias a la implantación de la laparoscopia, que consiste en introducir una pequeña óptica en una articulación, en el abdomen o en la vejiga.
Pero, ahora, asistimos a una nueva era de la cirugía, la posibilidad de ver y tratar la lesión, sin necesidad de abrir, en otro tipo de dolencias, gracias al uso externo de un ecógrafo, que se coloca justo encima de la zona a tratar. «Los cirujanos abren para ver, pero apoyarse en una técnica de imagen, en este caso el ecógrafo, permite al especialista visualizar la lesión sin tener que abrir, reduciendo el daño quirúrgico y previniendo muchas de las complicaciones de la cirugía convencional: la iatrogenia» (el daño producido por la manipulación de tejidos), detalla Manuel Villanueva, director médico del Instituto Avanfi y único especialista mundial premiado por la AAOS (American Academy of Orthopaedic Surgeons) por este tipo de técnicas quirúrgicas, reconocidas por primera vez en la historia por la institución.
«Lesiones como la fascitis plantar, el síndrome del túnel del carpo, la ‘rodilla del corredor o del saltador’, el neuroma de Morton… podemos abordarlas de forma ultramínimamente invasiva, gracias al apoyo en todo momento de la ecografía. Una de las principales ventajas que obtiene el paciente y el equipo médico es operar sin necesidad de isquemia, es decir poder abordar una intervención en un miembro (mano o pierna) sin dejarlo sin riego, algo impensable en la cirugía convencional, pero innovador porque evita hacer anestesias más profundas y de mayor riesgo que aumenta las complicaciones circulatorias, como la trombosis, o generales».
Precisamente por este motivo, la técnica abre la puerta del quirófano a pacientes ‘rechazados’ por la cirugía convencional. «Por norma se desaconseja intervenir un miembro inferior en pacientes con diabetes, con insuficiencia circulatoria o con antecedentes de tromboembolismo venoso, por la elevada posibilidad de complicaciones. Sin embargo, la cirugía ultramínimamente invasiva guiada por ecógrafo nos ha permitido saltarnos esta barrera, porque no necesitamos hacer isquemia», destaca el doctor Villanueva.
Trinidad Andrés Moreno, de 58 años y diabética, ha podido comprobar las ventajas de esta técnica. «Mi enfermedad crónica se suma a una insuficiencia venosa, por lo que mi entrada en quirófano siempre suele verse con reticencia por los médicos. Decían que la operación para la fascitis plantar estaba contraindicada en pacientes con diabetes e insuficiencia vascular. Pero no podía más y seguí buscando un especialista dispuesto a operarme. Acabé confiando en la cirugía ecoguiada ultramínimamente invasiva que me recomendó un especialista y la verdad es que ha sido mi salvación, me he recuperado totalmente de la lesión y mi vida ha vuelto a la normalidad».
Mínimo, 20 indicaciones
La perseverancia de un escaso grupo de científicos en todo el mundo está posibilitando alargar la lista de indicaciones. A día de hoy, hay un total de 20 indicaciones, pero la línea de investigación está abierta. Como explica el equipo médico que acompaña a Villanueva, la cirugía ecográfica está en continua expansión. «Pasó con la artroscopia.
Empezó a utilizarse en muy pocas articulaciones y con procedimientos sencillos y, 20 años después, en este momento, a nadie se le ocurriría abrir un hombro.
De la misma forma, el apoyo ecográfico va a permitir que muchísimas cirugías que se hacían abiertas y con una incisión convencional, poco a poco, se vayan haciendo con menor invasión. Creemos que dentro de 15-20 años habrá determinadas cirugías que sí o sí se hagan con apoyo ecográfico. No va a existir la convencional para estas cosas».
Hay determinadas indicaciones muy claras, como el síndrome del túnel del tarso, donde la anatomía es muy complicada y la cirugía abierta exige grandes esfuerzos, señalan los especialistas. «Hay muchas variantes nerviosas, mucho entrecruzamiento de arterias y de venas», puntualiza Villanueva. En este caso, «los resultados publicados son malísimos […] La ecografía guiada nos va a permitir retomar batallas en las que estábamos resignados». Al igual que los propios pacientes, que «viven con los pies dormidos y malestar y se han acostumbrado a pensar que los pies duelen y lo ven como algo natural».
Trinidad ha experimentado la diferencia entre poder o no poder hacerse la operación, pero otros pacientes han comparado la diferencia entre la forma de operar antigua y la nueva. Pablo (pseudónimo) es jugador de fútbol de categorías inferiores de un gran equipo, una promesa en ciernes. Se operó con cirugía abierta por un síndrome compartimental crónico de las piernas (dolor durante el ejercicio que cede con el reposo), que en teoría permite controlar mejor los vasos y nervios, pero acabó con una complicación y su nervio se vio dañado por el hematoma durante unos meses, hasta que se recuperó.
Perdió la temporada. Al año siguiente se operó la pierna contraria sin abrir y volvió a jugar en dos meses. No sabe dónde tiene las cicatrices, son inapreciables. En la intervención convencional «estuve mucho tiempo de baja, unos cuatro meses. Esta vez, un mes. Me operaron un viernes y el fin de semana ya andaba con muletas. En la otra ocasión no pude plantar los pies hasta 20 días después, por lo menos», declara Pablo…
Lo mismo le ocurrió a Óscar Molanes (26 años). Se operó del ‘síndrome del corredor’ o de la intervención denominada médicamente cintilla iliotibial. Se le formó un hematoma terrible, pese a la operación con isquemia y anestesia epidural. El hematoma le dejó dañado el nervio para siempre, en forma muy leve, no tuvo tanta suerte como Pablo.
Pero además se le volvió a reproducir el cuadro. «Villanueva me explicó que, aunque no me podía dar garantías plenas, podríamos reoperarlo sin abrir. Me costó decidirme pero ahora me alegro infinito. «En la cirugía yo estaba despierto, podía mover la pierna. Hoy estoy curado, tras una penitencia de dos años».