Editorial

Aventura

Aventura

El llamado a huelga general para el lunes 14  hecho por  grupos innominados constituye una acción  insensata, descabellada e inoportuna,  carente de justificación y sin la más mínima posibilidad de éxito, pero  portador de riesgo y temor ciudadano de que sea causa de violencia e intranquilidad.

A pesar del rechazo casi unánime a tal iniciativa, convocantes sin razón, derecho, calidad ni capacidad  insisten en tal aventura que  colisiona con  un elemental sentido de prudencia,  al pretender realizarse en medio de la temporada navideña sin que aflore alguna razón de fuerza mayor.

Una huelga general es  siempre de naturaleza política, pues procura obligar al Gobierno de turno a  adoptar o revocar medidas o programas que afectan a la mayoría de la población, por lo que su convocatoria  debe contar con el respaldo de partidos políticos,  sindicatos, asociaciones empresariales y  entes de la sociedad civil.

En torno  al paro general del lunes, el rechazo ha sido mucho mayor que la adhesión por lo que los grupos  convocantes deberían desistir hoy mismo de tal iniciativa, en el entendido de que  se trata de  una temeridad que no  encontrará eco en ningún sector  sensato de la sociedad. Por el contrario, ese llamado a huelga puede ser correa de transmisión  para  el desorden que acarrea represión.

Se admite que  las insatisfacciones sociales se acumulan en  rincones de  indiferencia o negligencia oficial, pero  la receta de una huelga general es desproporcionada con relación  a los problemas  cuya solución o abordaje se reclama, porque están abiertas otras vías de derecho que deben usarse antes que  convocar a una huelga sin pies ni cabeza.

Lo menos que   debe calificarse ese llamado a paro es de imprudente porque  se ha hecho en plena campaña electoral, lo que obliga a sospechar que sus  organizadores procuran sacar provecho o causar daño político, más que obligar  a las autoridades a poner atención a necesidades reales de la población.

Se resalta como señal positiva de madurez política, gremial y social el generalizado rechazo a la convocatoria a huelga o paro nacional que sólo causaría ausencia laboral, pérdidas económicas y la posibilidad de que algún brote de violencia derive en  una desgracia familiar.

Es claro que el sector productivo ni la ciudadanía pondrán la más mínima atención al acto de irresponsabilidad y temeridad que constituye  ese llamado a huelga general, aunque la  sociedad  alberga la esperanza de que  los contados grupos que aún persisten  en tal aventura recobren la cordura y desistan de esa necedad.

El Nacional

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