Por los muchos comentarios que generan casos como el de la avioneta que el viernes aterrizó de emergencia en la autovía del Coral, a un kilómetro del aeropuerto de Punta Cana, una pesquisa profunda es lo que mandan las circunstancias. Máxime, cuando todavía solo late la inquietud, porque nada se ha sabido, sobre el destino del avión que desapareció a finales de julio después de despegar del aeropuerto Las Américas.
Se dijo que la aeronave que aterrizó en el Coral estaba ocupada por Eduardo Ashy, de 28 años, piloto de nacionalidad peruana, y Diana Marcela Hernández, colombiana, y que había salido del aeropuerto de Fort Lauderdale, Florida. Una fuente militar adelantó que el aterrizaje de emergencia se debió a que la avioneta, una Cessna 210, matrícula N5983F, se había quedado sin combustible.
Aunque hay versiones de que el piloto reportó a la torre de control los problemas que afrontaba, lo que puede ayudar a despejar cualquier sospecha, de todas formas conviene una investigación para que no haya duda sobre el aterrizaje en una zona que en una época fue muy utilizada por el narco.