Nos parece altamente conveniente que presentemos un breve balance político, cívico y militar de los 50 años transcurrido desde el 24 de abril de 1965, a la fecha, para una mejor edificación de las presentes y futuras generaciones.
Balance político:
La revolución constitucionalista tuvo su origen en la intención de diferentes sectores de la vida nacional de reponer el derrocado gobierno del Profesor Juan Bosch la noche del 25 de septiembre de 1963, quien había sido electo en las primeras elecciones libres después de la caída del régimen trujillista, celebradas el 20 de diciembre de 1962, así como restablecer la Constitución promulgada el 29 de abril de ese año que le sirvió de marco jurídico a ese gobierno democrático y progresista.
Entre estos diversos sectores podemos citar: 1-El grupo de oficiales de la Academia Militar Batalla de las Carreras, bajo la dirección del Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, así como otros grupos de militares que iniciaron la revolución el 24 de abril, encabezados por el entonces Capitán Mario Peña Taveras y el Coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez.
El 1J4, encabezado por el Dr. Manuel Aurelio Tavares Justo, quien, en un gesto patriótico casi sin precedentes en el país, abrió varios focos guerrilleros en las montañas quisqueyanas en noviembre del mismo año del golpe de Estado, con el decidido intento de derrocar el régimen de facto del Triunvirato, gobierno surgido como consecuencia del asonada militar a Juan Bosch, perpetrado por sectores representantes de la oligarquía económica, política, religiosa, militar y norteamericana de aquella época.
El doctor Tavares Justo y casi la totalidad de los patriotas que se levantaron con él, fueron vilmente asesinados por la cúpula golpista del gobierno del Triunvirato.
Los sectores del PRD, encabezado por el doctor José Francisco Peña Gómez, quien estaba a la cabeza de ese partido ante la ausencia forzada del Profesor Juan Bosch, quien encontraba en el exilio.
Finalmente, debido a la intervención norteamericana, la revolución constitucionalista no pudo reponer a Juan Bosch, sino que esta intervención impuso el gobierno neotrujillista de Joaquín Balaguer, quien era presidente de la republica, al momento del ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina 30 de mayo del 1961, el cual garantizaba los intereses que representaban los golpistas.
Balaguer duró 12 años consecutivos en el poder gobernando con manos duras y luego retornó 10 años más, mientras Juan Bosch, jamás volvió al poder, no obstante ser el único dominicano que ha formado dos partidos políticos que han alcanzado en siete ocasiones la presidencia de la República. Lo cierto es que a 50 años de la revolución constitucionalistas, ha habido un ejercicio político de traspaso de mando sin interrupción, aunque la herencia política que ha predominado ha sido la Balaguerista: corrupción y chanchullo político, no la línea de Juan Bosch: la ética y la moral política;
El balance cívico lo podemos sintetizar de la siguiente manera: A pesar de la libertad política que nos ha traído la revolución constitucionalista, fundamentalmente después de los doce años de dictadura ilustrada de Balaguer, muy pocos dominicanos, sin importar edad, genero, condición política, económica, religiosa o de cualquier otra naturaleza, se dedican a estudiar o enseñar la Constitución de la República u otros textos cívicos, lo que nos ha traído como consecuencia una inversión de valores, en todos los órdenes, que ha cualquierizado la vida política, económica y social en nuestro país, al extremo que hay un imperio de la corrupción, el contubernio y la impunidad que amenaza seriamente la seguridad nacional y que, de no ponérsele frenos, se precipitarán los negros nubarrones que nos asechan en nuestro horizontes políticos.
Las cosas van tan lejos, que en estos días, no hace mucho tiempo, conversé con un funcionario del Congreso de la República y éste, para sorpresa mía, no cree en la Constitución, no cree que aquí Duarte encabezó la Independencia Nacional, sino una simple separación ni que éste merece ser el Padre de la Patria, porque “él se fue y duró más de 18 años fuera del país”.
También cuestionó a Luperón y, hablando del respeto a la Constitución, entre otras cosas me señaló que el derecho a la igualdad, que señala nuestra constitución en su art. 39, es una utopía, que él no cree en eso.
Confieso que me quedé pasmado, no salí de mi asombro, porque si es así, y así están pensando algunos congresistas, el anteproyecto de ley que depositamos el 9 de abril último ante el Senado de la República, tendente a regularizar la situación de los militares constitucionalista, será engavetado por los siglos de los siglos.
Aunque no quisiera pensar ¡por Dios!, que los congresistas piensen igual, caramba, por lo menos algunos; y c) En lo militar el balance de estos 50 años se puede reducir (por razones de espacio) a lo siguiente: Primero: En la revolución se enfrentaron dos bandos militares, unos, dirigido por el General Imbert Barrera, que fueron los que dieron el golpe de Estado y desconocieron la Constitución el 25 de septiembre de 1963 y, finalmente actuaron en contra de la soberanía nacional, al pedir la intervención norteamericana en nuestros asuntos internos.