A la economía dominicana le fue bien en 2011, porque su crecimiento (un 4.5% según las autoridades) superó el promedio mundial y de América Latina. Pero si se compara con 2010, cuando según las estadísticas oficiales el desempeño alcanzó un 7.8%, el resultado del año que acaba de terminar deja que desear.
Y más cuando se ha exhibido una importante reactivación de las exportaciones, un saludable crecimiento de las zonas francas, un relativo buen desempeño de las remesas, de la inversión privada directa y del turismo, así como reconocimientos de organismos internacionales en el manejo de la crisis global.
Lo contradictorio y preocupante resulta que pese al desempeño de que ha dado cuenta el ministro de Economía, Temístocles Montás, el país haya cerrado con un déficit fiscal que él estima superior en 1.6% a lo que se había presupuestado. Sin embargo, el funcionario lo justifica con el señalamiento de que el desempeño económico debe evaluarse en el contexto de los choques que el país ha debido afrontar en los últimos años, fundamentalmente en cuanto al incremento de los precios del petróleo y de las materias primas.
Los datos que aportan otros sectores hacen pensar en un problema de estadística. O en una simple manipulación de las cifras para engañar a la opinión pública. En tanto Montás habla de un déficit entre 10 y 16 mil millones de pesos como resultado de la caída en los ingresos, economistas de la oposición alegan que el desbalance alcanzó el nivel histórico de 61 mil millones.
El inquietante aumento de la deuda pública, que las autoridades han defendido como manejable, plantea que no fue sano ese crecimiento que Montás exhibe como expresión de buen desempeño de la economía durante un año marcado por sacudidas que obligaron a grandes países a reducir gastos para blindar sus economías.
El incremento de la pobreza y la desigualdad social de que han dado cuenta organismos internacionales cuestionan el desempeño ponderado por el ministro de Economía. O factores más concretos como el comportamiento y la queja permanente de la población sobre la falta de oportunidades, el costo de la vida o la escasez de circulante.
Si el desempeño ha sido como lo ha descrito el funcionario, es obvio que han faltado otras acciones para despejar la incertidumbre que prima en la población. Tan así es que el sector empresarial considera prioritario retomar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para evitar, sobre todo, gastos sin control que repercutan en la macroeconomía.
Son muchos los factores que cuestionan o condicionan el desempeño de la economía, todavía sea cierto. Pero en dado caso de que así sea se justifica menos la ridícula inversión en sectores tan clave para el desarrollo como la educación, la salud, la seguridad y el desarrollo a todos los niveles.

