La buena voluntad sustenta el acuerdo entre República Dominicana y Haití para abordar la solución de problemas comunes entre ambos países. Para esta nación, que ha tenido que cargar con las consecuencias de la inestabilidad social y política, así como con la deplorable pobreza de su vecino, el compromiso entre los presidentes Luis Abinader y Jovenel Moïse es más significativo todavía.
Hay varios puntos que por la cuantía de los recursos que suponen su implementación no solo se tomarán su tiempo, sino que se requerirá la colaboración de la comunidad internacional.
Pero hay otros que las dos naciones tienen que avanzar un mayor esfuerzo para abordarlos cuanto antes, entre los que destaca el relativo al proceso de identificación e inscripción en el registro civil de Haití a todos los nacionales que vivan en esta parte de la isla.
El acercamiento entre Abinader y Moïse, así como los encuentros entre los respectivos cancilleres subraya el interés de las dos naciones en fortalecer real y efectivamente sus vínculos diplomáticos y comerciales, con frecuencia afectados por obstáculos y conflictos de poca monta.
Para unas relaciones más fluidas se necesita el compromiso contenido en la declaración conjunta suscrita por los gobernantes de las únicas dos naciones que en el mundo comparten una misma isla. Un paso de tanta trascendencia histórica, que ha contado con la aprobación de diferentes sectores, no puede interrumpirse bajo ninguna circunstancia.

