El presidente Luis Abinader hizo ligeros cambios en la administración pública. Hubo cancelaciones y traslados. Las rotaciones nunca son buenas. Se premia a un funcionario que no hizo una buena labor, trasladándolo a otro lugar.
Son preferibles las sustituciones y entrar con sangre nueva. Los ministerios de Obras Públicas, Trabajo, Educación y Cultura fueron las principales piezas motorizadas con los cambios.
A Obras públicas retorna un antiguo ministro, o más bien un viejo secretario, como se llamaban antes. Un hombre de experiencia que sabe navegar en medio de las aguas de la política.
A pesar de venir de un partido minúsculo, es un hombre de confianza del presidente Luis Abinader. Pero el anterior también era, y es, un hombre del anillo, quien se aleja con un premio de consolación.
Deligne Ascención es un precandidato dentro del Partido Revolucionario Moderno. Es una larga lucha con varios años que faltan para la celebración de la venidera convención. El tiempo dirá su futuro y servirá de análisis al trabajo hecho en Obras Públicas.
El ministerio de Educación es de los más complicados que tiene el gobierno. Se comparte la fuerza con la Asociación Dominicana de Profesores. El gremio siempre tiene posición de enfrentamiento con los secretarios, pero hoy el diálogo se impone.
La misión principal del nuevo ministro será poder conciliar aspectos difíciles con la ADP. Lo principal tiene que ser mejorar la docencia y asegurar que se puede terminar con éxitos el actual año lectivo.
Hay que ver si Luis Miguel De Camps mantiene el espíritu de concertación que tuvo en el también difícil ministerio de Trabajo. Las tres centrales sindicales mantienen en jaque a los ministros, mientras que hay presiones mediáticas con la fuerza patronal. Eddy Olivares deberá dar demostraciones de que sabe conciliar.
En el lado del ministerio de Cultura, es una locomotora que no arranca. Es ante todo un nido de botellas, donde en pocas ocasiones se abordan con seriedad los problemas culturales.
Ojala y Roberto Angeles Salcedo se recuerde de de la cultura popular, la que languidece en los barrios. Nadie, salvo Tony Raful, ha tratado de impulsar la cultura popular.
Por: Manuel Hernández Villeta