La inseguridad y el caos, en adición al alto costo y los endiablados tapones, constituyen el sello más característico del transporte de pasajeros en la ciudad.

Entidades como el Intrant y la Digesett, a pesar de lo costosas que resultan sus operaciones para el contribuyente, es muy poco lo que han ayudado, si es que han contribuido en algo, a mitigar siquiera el pandemonio del transporte.

Con la inauguración del corredor de la avenida Núñez Cáceres el presidente Luis Abinader lo ha definido como el primer paso para comenzar a eliminar el sistema de concho, operado por chatarras que constituyen un atentado ambiental.

Múltiples estudios coinciden en que el concho, que contrasta con el Metro, el teleférico y los modernos autobuses que hacen diferentes rutas, representa uno de los principales obstáculos para agilizar y mejorar la seguridad de los usuarios.

La red de transporte masivo que se ha anunciado hace años que ha debido implementarse. Solo la necesidad determina que la gente aborde vehículos destartalados y sin la menor seguridad.

La eliminación gradual de los carros de concho, que no respetan espacio para detenerse a dejar o recoger pasajeros, tiene que abordarse sin reparar en el llamado costo político. Primero están la salud y la seguridad de la población.

El sistema concebido para operar el corredor de la Núñez de Cáceres debe asumirse como un punto de partida para enfrentar el problema del transporte de pasajeros.