Intolerancia
Señor director:
En los últimos días hemos visto dos iniciativas del diputado Manuel Jiménez, representante del Partido de la Liberación Dominicana por Santo Domingo Este, y de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía (CNEPR), que erizan los pelos a cualquiera.
Jiménez, uno de los más exitosos compositores musicales nacionales, elaboró un proyecto de ley que en caso de ser aprobado obligaría a las emisoras a difundir música dominicana en un 50 por ciento en relación a las canciones de otros países, mientras la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos y Radiofonía, que preside el destacado locutor y comunicador JM Hidalgo, suspendió el espectáculo que sería realizado en el estadio Quisqueya el mes próximo por la cantante norteamericana Miley Cyrus, alegando que ésta exhibe una copnducta impropia.
Dos decisiones lamentables porque violentan el espíritu de la Constitución de la República aprobada en el 2010.
El diputado Jiménez pretende administrar el “gusto musical” de la gente obligándola a escuchar música, que aunque sea dominicana, probablemente no sea del gusto de la gente. Me parece que es una truculenta forma de intentar fomentar la música dominicana, porque el problema no son los oyentes, sino los artistas mismos, que no logran componer e interpretar lo que le gusta a la gente.
Imagine usted, señor director, que a otro diputado se le ocurra someter al Congreso Nacional un proyecto de ley que obligue a los dominicanos a comer plátanos dos veces al día. Sería genial.
En cuanto a la suspensión del espectáculo de Miley Cyrus, no se podía esperar otra cosa, ya que la Comisión que tomó la decisión se rige por el Reglamento 824, del 10 de abril de 1971, aprobado por el entonces presidente doctor Joaquín Balaguer.
Este Reglamento es tan atrasado que en sus artículos 69 y 71 limita y censura los anuncios publicitarios que elaboran las agencias en el territorio nacional.
Creo que JM Hidalgo se quedó corto en cuanto a la suspensión del espectáculo de Miley Cyrus, porque el Reglamento 824 lo autoriza a decisiones más lamentables y descabelladas. Actualizar ese Reglamento es lo que corresponde, y no censurar un espectáculo que aún no se ha realizado.
Atentamente,
Ruddy Germán Pérez
Periodista