Ineptitud y arrogancia
Señor director:
En un trabajo anterior en este espacio saludábamos el movimiento de directores distritales que realiza el Ministerio de Educación, basado en la Orden Departamental # 08, y decíamos que ese movimiento debía bajar a los centros educativos donde también se manifiesta la ineptitud y la soberbia en directores nombrados en los últimos años por compromiso político. Los hay en todo el país, adueñados de los puestos cual si los hubiesen comprados. Sirven y obedecen a su partido y no a su trabajo.
Salvo excepciones, privilegian a sus compañeritos, desprecian y maltratan a los demás sin importarles el trabajo con los alumnos. Algunos son tan arrogantes y desconocedores que tratan mal a los padres y tutores del estudiantado. Esto se comprobaría con una evaluación mínimamente calificada e imparcial, sin nombre de quien la llene y con corrección confiable. Tan burdo es el privilegio que hay directores que han cobrado inscripción a los alumnos a pesar de estar prohibido pero por ser del partido gobernante no los sancionaban.
La arrogancia e intolerancia parieron un incidente en la escuela/liceo Otilia Peláez, en Sabana Perdida, en un lío provocado por un séquito del profesor Juan Martínez, técnico distrital, donde resultaron agredidos tres estudiantes y la monja directora del plantel en represalia por el nombramiento de una nueva directora del distrito 10/02 con asiento en el mismo recinto del plantel, cargo al que aspiraba el intolerante y rebelado profesor.
Este fue un acto de violencia encima de los estudiantes y de la directora del centro, en el propio distrito escolar y en desafío a su superior jerárquico. Como él hay muchos funcionarios en el sistema educativo, por inobservancia de perfil para nombrarlos. Además del título pedagógico el que dirige debe ser decente, responsable, transparente, democrático, honesto, tolerante, solidario entre otros valores. Debe saber que hay subalternos con igual o más condiciones que él, que tiene la autoridad y las funciones pero no la propiedad del cargo.
El incidente ocurrido en pleno horario laboral en la Otilia Peláez, fue sencillamente grave y merece esmerada atención de las autoridades educativas. También merece atención el tipo de directores del que nos estamos quejando, si es que al ministerio le interesa mejorar la calidad de la educación.
Atentamente,
Santiago Martínez