Opinión

Cartas de los lectores

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Cartas

De esperanza a rechazo

Señor director:
Los partidos políticos que a raíz de la vida democrática del país fueron halagadoras esperanzas para las condiciones de vida de dominicanos/as, son ahora agrupaciones con conducta dudosa y hasta perjudicial, salvo honrosas excepciones. El partido del profesor Juan Bosch sembró la semilla de la democracia y la libertad en la República Dominicana. Dio a luz el primer gobierno netamente democrático, honesto y transparente que ha tenido el país, pero los resultados de sus bondades no los pudimos disfrutar porque un puñado de recalcitrantes ambiciosos de poder le cortó las alas a aquel gobierno de dignidad nacional solo comparable con don Antonio Guzmán Fernández.

El PRD tuvo cinco hijos entre ellos el PLD, que fue producto de una rebeldía de su fundador, formó una familia aparte, y se ha convertido en el más productivo de los cinco hermanos, pues lleva cuatro periodos gubernamentales a cargo de dos presidentes altos dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana.

El derrocamiento del gobierno de Juan Bosch degeneró en la Revolución de Abril del 65 que llevó a las tumbas individuales y colectivas a miles de muertos y dejó lisiados y/o simplemente heridos a millares de hombres y mujeres que enfrentaron a los intrusos foráneos y a los reaccionarios vernáculos. Esta epopeya solo sirvió de freno a las intentonas golpistas, pues no ha provocado cambios importantes en los gobiernos sucesivos, salvo en la mejoría de las libertades públicas y el tímido manejo de la democracia sin participación plena todavía.

Juan Bosch, Joaquim Balaguer y Peña Gómez figuraban en el cuadro de más alto honor del liderazgo político nacional. El primero presidió el malogrado gobierno sietemesino, malogrando con ello las posibilidades de bienestar de un pueblo en transición de la dictadura a la democracia; el segundo, reminiscente del régimen de fuerza de Trujillo, gobernó por mas de 20 años, producto de elecciones fraudulentas; y Peña Gómez, que no ascendió a la presidencia porque la clase de poder y un sector racista que viven y mandan todavía, se lo impidieron como castigo a sus orígenes.

Son tres difuntos olvidados hasta por sus familiares troncales, montados hoy en el tren de la hipocresía, la demagogia y el engaño de la compra y venta de puestos de mando laborales, de privilegio, con altos sueldos y facilidades para abultar los bolsillos por la izquierda y comprar voluntades indecisas y miserables.

Atentamente,
Lic. Santiago Martínez

El Nacional

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