Fluir de la conmiseración
Señor director:
Desde el enunciado formulado por Basilio B. no existe un solo Haití, sino varios Haití: “algunos invisibles y otros visibles. Hay un Haití superficial y otro profundo”. Esas apreciaciones parecen estar descubriendo un panorama nuevo y exclusivo de ese país cuya realidad aquí en República Dominicana, es donde más se conoce. Esa situación, además, es algo que acompaña a casi todos los países, comenzando R. Dominicana, la cual arrastra una historia de pobreza y exclusión social que desde hace tiempo convergen cual si fueran varios países en un mismo territorio.
Basta con hacer el contraste entre los barrios dominicanos sindicados como cordones de miseria, (amigados con los ríos, cañadas, cuevas y basureros) y la forma de vida de la llamada clase media, y esta a su vez, con los sectores que ostentan cuantiosas fortunas que les permiten tener gustos y placeres exquisitos, y exhiben una opulencia inimaginable.
Pero aun dentro de estos sectores sociales, la cosa no es homogénea, sino que en cada uno de ellos hay variaciones, pero conviviendo en el mismo territorio. Esos segmentos que viven en la opulencia, extravagancia y ostentación, son una reedición del Petionville haitiano.
anto allá como aquí, gracias a la habitual práctica de inequidad, se deja la impresión de que no pertenecen a esos países.
Citemos otro ejemplo. En Estados Unidos, entiéndase EL IMPERIO, las realidades sociales no son parejas. Los testimonios sobran, pero será suficiente recordar que fuerza de la naturaleza (huracanes como el Catrina) le han dicho al mundo que allí conviven sectores tan empobrecidos que pueden parecerse a otros del tercer mundo.
Allá, en medio de las riquezas, hay personas y grupos vulnerables, que pasan hambre, y otras carencias, e incluso hay mendicidad. Allí como también en Haití, salvando las diferencias, no hay justa distribución de las riquezas. No es positivo, en ningún sentido, seguir mirando a Haití como algo excéntrico, pues esta visión a quien menos le asienta es a la República Dominicana.
Es curioso que Basilio realizara un viaje a pie hacia Haití, persiguiendo objetivos como, entre otros, “desenmascarar cierta ideología nacionalista que tiene un peso histórico y que nos impide ver el presente de ambos países” ¿Por qué satanizar así al pensamiento nacionalista como si este fuera el pecado capital? Lo cierto es que la conmiseración que se tiene por Haití les obnubila el pensamiento y la palabra, pues la historia está ahí, no puede ser borrada, ni es culpa de los y las nacionalista.
Atentamente,
Melania Emeterio R.